Comala

16 nov 2018 / 09:01 H.

Los días son largos en Comala, pero sobre todo las noches. Las noches sí que son largas. Con un día de estos de acá, hay para un mes de esos que usan ustedes allá. Aunque a la presente nadie los avistó, se sabe que en Comala hay lobos. Diz que el mes que anduvo perdida en el monte, doña Eduviges cohabitó con ellos y regentó la manada. “Tal que lo supe, así es como se lo traigo a usted, señor alcalde” fue el reporte que Abundio dio sobre el caso a la autoridad local. Fuera del de doña Eduviges (ella no afirma ni niega) no hay sospecha de otro precedente. Algunas ánimas difuntas vagan en pena por las calles: traen entre manos asuntos pendientes; solo cuando los resuelven marchan en paz. “Me llamo Pedro Páramo”, fue lo que él dijo. Y luego añadió: “Vine a Comala por lo que prometí a mi difunta madre. La muerte llega justo cuando a uno le pertenece morirse. No se puede guerrear con ello. Mi madre me echó el encargo. Le respondí que lo haría a como hubiera lugar, aunque no estoy cierto de que escuchara la respuesta. A eso vengo yo, a cumplir el encargo. Vengo a exigir a mi padre”. Hablaba en voz baja y firme, como si gritara desde las entrañas.