Comidas y cenas de Navidad

14 dic 2016 / 12:22 H.

Nos encontramos, en estos días, en todo el meollo neurálgico de los eventos sociales navideños. Comidas y cenas de empresa, familiares y amigos copan todos los próximos días, de tal forma que no quedan días en el mes de diciembre para juntarse con tanta gente. Algunas de ellas apetecen, pero otras, no tanto. Ya en el año 2015 se apreció en Jaén, un aumento del número de celebraciones de este tipo, y las expectativas del 2016 superan las del año anterior. El caso es que nos esperan días en los que se rompe nuestra rutina, nos vemos obligados a postergar trabajo, no se descansa, y se come y se bebe en exceso. Estas relaciones sociales, que para algunos son una gran fuente de satisfacción, para otros, constituyen una potente causa de estrés, acentuada por la aparición de conflictos de pareja en la elección del domicilio familiar donde celebrar Nochebuena y Nochevieja, por el vaticinio de las tensiones que generan las conversaciones típicas sobre religión, política, fútbol o dinero, y, si se trata de personas que han perdido peso o han conseguido dejar de fumar, adivinan que en estas fechas tropezarán y tirarán por la borda el éxito obtenido hasta el momento. Sin embargo, y pese a todo, por mi parte, lejos de parecerme al viejo Scrooge de Charles Dickens, que odiaba la Navidad, creo que es la mejor época del año. De la festividad de Navidad me gusta todo porque llega a ser un momento tierno y emotivo, en el que se transmiten tradiciones religiosas y culinarias, se reencuentran los seres queridos y cada reunión, social o familiar, está envuelta en un halo de fraternidad y confraternización. Y es que, hasta las calles de nuestra pequeña ciudad parecen desprender júbilo, luciendo vistosas, no sólo por la iluminación, sino, principalmente, porque la gente se deja ver en la calle, llena los comercios y atiborra los bares y restaurantes casi todos los días, respirándose una sensación de contundente mejoría económica, o al menos eso quiero creer.