Con sabor a despedida

31 dic 2018 / 09:22 H.

Termina el año con sabor agridulce para quienes se dedican al arte de hacer posible lo imposible. La política tiene esas cosas. Una de cal y otra de arena y, según sopla el viento, a unos le va bien, a otros regular y a unos cuantos más, fatal. Todo el camino no puede ser de rosas. Afloran las espinas cuando la suerte se disfraza de amiga y, como quien despierta de un sueño, sorprende con la pesadilla de la realidad. Queda claro que la despedida de 2018 pasará a la historia en Andalucía por motivos que vienen al caso en un momento trascendental para el presente y el futuro de los andaluces. El Partido Socialista prepara las maletas para un viaje a ninguna parte para el que no estaba preparado y, con el único apoyo de la biodramina, no le quedará otra que elegir el mejor rumbo por el bien propio y el ajeno.

No corren buenos tiempos para la lírica de Susana Díaz. La presidenta, que fue la más votada en las elecciones autonómicas del 2 de diciembre, dejará, sin embargo, de serlo. Contradicciones que, eso sí, están dentro de la legalidad vigente. Su proyecto político, tocado por escandalosos resultados dignos de mirar, corre peligro de desmoronamiento si nadie pone remedio a una situación complicada y, a la vez, una oportunidad de oro para trabajar desde cero con la mirada puesta en la ciudadanía. Es normal que, después de casi cuarenta años con un mismo partido en el poder, un giro de ciento ochenta grados tenga atemorizados a quienes tenían el plato y la cuchara a plazo fijo. Lo que no es normal es que haya quienes se froten las manos y aprovechen las circunstancias para echar leña al fuego. Ahora resulta que la oposición al Partido Socialista juega en casa propia. Son militantes con carné, los clásicos críticos, quienes piden la dimisión de Susana Díaz ante la debacle electoral. Para ellos, “sanchistas” y “antisusanistas”, la ocasión la pintan calva. Mucho esperaron para tirar los cohetes, lanzar las campanas al vuelo y organizar la tradicional zambombá con una nota de prensa que se hizo de rogar. Por supuesto que representan a un grupo minoritario dentro de la fuerza política del puño y la rosa. Son los mismos que respaldaron a Valeriano Bermúdez en su intento fallido por desafiar el liderazgo de Francisco Reyes, o a José Sánchez, cuando se enfrentó a Julio Millán en su carrera hacia a la Alcaldía de Jaén. No dejan títere con cabeza en un comunicado en el que exigen la dimisión de Susana Díaz. Sin anestesia. Se muestran preocupados por la pérdida de votos en la última década y, por higiene democrática y por responsabilidad política, hacen un llamamiento para la apertura de un proceso de reflexión y debate que culmine con una regeneración profunda en cargos orgánicos e institucionales y en ideas y formas de hacer política. En román paladín, quieren un relevo al frente del Partido Socialista en Andalucía. “Es el momento de sentar las bases que frenen el peligro real de la ultraderecha que, de la mano de los que hasta ayer eran nuestros supuestos socios y aliados, se ha sentado en la sede de la soberanía andaluza”, escriben en una nota que Susana Díaz tuvo muy en cuenta en su último mensaje de fin de año. El movimiento crítico no estaba muerto, si acaso se fue de parranda para festejar unos resultados electorales que vienen como anillo al dedo para poner en tela de juicio un proyecto político del que, paradójicamente, forman parte. Aprovechan para proclamar que es el momento de que el Partido Socialista reflexione sobre los errores cometidos y se apoye en los cimientos de la justicia social y el progreso puestos al servicio de los trabajadores de esta tierra. Feliz año 2019.