Crónica de desencuentros

04 may 2016 / 17:00 H.

A la vista de los resultados, todos y cada uno de los responsables de las negociaciones para formar gobierno, sabían que esto sería un ensayo para aprender el difícil arte de la política que no es otro que el de la negociación, para llegar a acuerdos que beneficien a la sociedad en su conjunto. Las personas que habitamos en este país, incluidos los 350 diputados y diputadas que han conformado el hemiciclo hasta hoy, nos hemos dado de bruces con la legislatura más corta e inoperante de la historia de la democracia. Rajoy impertérrito, con una propuesta fija desde el principio hasta el fin. Rivera con la bonanza de la centralidad conservadora; Sánchez haciendo un trabajo que ni la diplomacia vaticana, sin las habilidades de la curia, e Iglesias (Pablo), ahora Podemos, ahora no Podemos, y las minorías con las convergencias y divergencias. Esta experiencia de representantes y representados, puede servir o no. Todo esto depende de si este curso acelerado de democracia ha servido para aprender y aprobar en el próximo examen, o si por el contrario vuelve a aflorar el interés partidista y personal sobre el interés común. Como el valor se les supone a los ejércitos, el conocimiento de la política y el arte de la negociación, se le presupone a todo aquel o aquella que temporalmente se dedica a esté fin. Quizás este sea el error. Pero ahora, otra vez las listas, que en este caso más han parecido” tontas” a la vista del fracaso colectivo, vuelven a ser la primera ocupación. No nos merecemos tanto castigo y tan poca dedicación a los problemas que tenemos sobre el tapete y que llevan aparcados con anterioridad al 20-D. Esperemos que antes de lanzarse a la campaña, abran un corto periodo de reflexión para analizar qué, por qué, cómo, cuándo y para qué han servido todos y cada uno de nuestros representantes, más allá de la disciplina de partidos , mareas, círculos. Y analicen por qué han dedicado tanto tiempo en resolver conflictos internos que sólo les interesa a ellos, pero no a los ciudadanos. La ideología, el mérito y la capacidad son imprescindibles para este delicado trabajo del que depende el bienestar de los ciudadanos. El refranero popular que es sabio dice: “Con las mismas mimbres, saldrá el mismo cesto”.