Crónica de la condestabla

09 jul 2018 / 08:27 H.

Quién no conoce al condestable Iranzo? Montaba tales fiestas por su santo que aún tenemos feria: San Lucas. ¿Y a la condestablesa? Teresa de Torres, de los Torres de toda la vida de Jaén, matrimoniada de antemano con Miguel Lucas de Iranzo. Una pareja joven. Vivían en el Darymelia. Lástima que a él, cosas de la época, se lo cargaran en los escalones de la primitiva catedral justo después de comulgar. Derechico al cielo. Hubo sus yo mando y tú no de los caballeros veinticuatro... pero el condestable era un vicerrey. Isabel, tanto monta, monta tanto, se había hecho muy amiga en esos quince años que ejerció el condestable, de su prójima. Lo dejó claro: aquí manda Teresa. Y Teresa de Torres fue condestabla, que no condestablesa, mujer de. Un cuarto de siglo estuvo siendo la segunda mujer más poderosa de España. Por encima, sólo Isabel la Católica. ¿Será casualidad que su majestad, preparando lo de Granada de 1492, se apalancara en Jaén, recibiera a Colón y le dijera tira ya pá América? ¿O será que Isabel y Teresa estaban dirigiendo el mundo conocido y por conocer?