Cuadernillos de Jaén

04 ene 2017 / 11:45 H.

Cuando en 1996 —grabadora y cuaderno en mano— comencé a recorrerme todas y cada una de las entidades singulares de población jiennenses para elaborar mi diccionario, obtuve un rico e interesantísimo arsenal de dictados tópicos, como ya dejé constatado en algún artículo, datos estos que fui archivando minuciosamente y que me sirvieron para dar entidad y rigor a lo que luego se convertiría en mi tesis doctoral. Entre todo aquel valioso material que recogí in situ se encontraban varias hipótesis explicativas sobre nuestra expresión más universalizada: “Irse por los cerros de Úbeda”, pero fíjense ustedes en que no hubo —ni hay hoy— una única, considerada “oficial”, ni tan siquiera proveniente de toda suerte de documentación escrita o publicada hasta ahora que de ser recabada, valdría no para elaborar nuestro artículo de opinión sino para la publicación de un extenso ensayo, y aún todo ello con el riesgo de convertirse en tediosa perorata en un contexto inadecuado. Pero a pesar de mis investigaciones compilatorias y de campo, confieso que jamás había escuchado decir a alguien esta curiosa variante, como probablemente ustedes tampoco: “Irse por las nubes de Úbeda”, expresión que mi amigo argentino y periodista, Carlos Alberto González, me asegura que es corriente en aquel país donde un día Evita Perón llamara a sus seguidores “los descamisados de la patria”. Bien, este amigo docto en las Ciencias de la Información me pidió en estos días de celebraciones navideñas una posible explicación desde el punto de vista que me compete, la Dictadología Tópica, o dicho de otra forma, que aunara la geografía, el folclore y la toponimia para hallar una factible solución a la susodicha variante. Creo haberla encontrado basándome en lo que en Dictadología se conoce como “falacia del oído”, esto es, la palabra latina cirrus, significa “rizo”, y en su evolución hasta el español de hoy nos llega como “cirro”, que en meteorología no es otra cosa que esas nubes blancas y ligeras que poseen la forma de “filamentos de lana cardada” (DRAE). El oído del hablante se encargará de hacer todo lo demás: trastrocar la expresión “cerro” por “cirro” y he aquí “nube”.