Cuando habla el corazón

06 jun 2016 / 17:00 H.

Es natural que en muchas ocasiones a lo largo de nuestra vida nos encontremos en lugares que nos hacen recordar hechos que han sucedido en otros tiempos ya pasados. Cuando esos recuerdos se refieren a nuestros años de infancia suele aparecer la imagen de la madre como eje central sobre el que gira toda la historia que en ese momento volvemos a vivir con más o menos detalle dependiendo de la importancia que de forma inconsciente le hemos atribuido a ese capítulo de nuestra vida que llevamos guardado en nuestra memoria.

El afecto a la familia, a las gentes, al paisaje, al aire, a los colores, a los sonidos, a los sabores, a las costumbre, a las formas de entender la vida en nuestra patria chica, en nuestro entorno cercano, en nuestro pueblo, se graba dentro de nuestro corazón y nuestra mente y nos proporciona el sentido vital de la propia identidad que nos acompañará siempre aunque estemos lejos. Algunos de los que llevamos tanto tiempo viviendo fuera de nuestra tierra, solemos hacemos gala de nuestros orígenes y se nos llena la boca de orgullo cuando decimos ser de donde somos para que todos aquellos que nos conocen se enteren y hasta pregunten qué hay de bueno en la tierra que nos vio nacer. Yo siempre digo que nací en un pueblo pequeño de la provincia de Jaén, con un nombre grande como el alma de su gente, Torreblascopedro, un pueblo del que quizás mi interlocutor no ha oído hablar nunca, un lugar hermoso que está entre dos ríos, el Guadalquivir y el Guadalimar, que tiene varias vegas de regadío y una campiña de olivar como no hay otra, un pueblo que merece la pena conocer porque allí hay personas que trabajan la tierra, sufren en silencio, aman a su gente, mantienen sus tradiciones, viven en paz y a veces hasta sueñan que algún día habrá más trabajo y en consecuencia la vida será algo mejor para todos e incluso para ellos ¿porqué no? Después invito a la gente a que venga a nuestra tierra, pase por mi pueblo, disfrute con el paisaje de los olivares y visite las ciudades cercanas, Úbeda y Baeza patrimonio de la Humanidad, la Catedral de Jaén, Linares y Cástulo, la sierra de Cazorla y las Villas. Muchos vienen y luego se van gratamente sorprendidos y agradecidos.