De Maquiavelo a Cataluña

27 may 2018 / 12:28 H.

Desconozco a qué lugar se refiere el que, según al viejo aforismo no ocupa la ciencia. Hay que suponer que tampoco requiere espacio la crueldad, la idiocia el paletismo, la tiranía, la corrupción, la xenofobia, el racismo... pero ello existe, ya sea encarnado en sórdidos personajes o lo que resulta más espantoso como ciénaga populista que fragmentan sociedades y las sumerge en el odio. En otro tiempo, era la política, con mayúscula, la que apostaba un reducto de experiencia: la consecución de una Europa transida de derechos y libertades, la referencia a las viejas democracias que constituían una garantía para el advenimiento del estado del bienestar. Era el sueño de quienes, nacidos en la dictadura, se afanaban en alcanzar un horizonte de prosperidad. Ocurre que, salvadas las exigencias culturales propias del sobreviviente, es necesario después afrontar la realidad, la de nuestro entorno y la más cercana de este país. La crónica de los dos últimos años refleja un panorama desalentador en términos políticos, dentro y fuera de la plaza de toros. Los análisis que se realizan sobre Cataluña son algunos científicamente impecables pero solo aportan soluciones genéricas; hablo del problema de Cataluña, respecto del que ya se ha dicho todo pero tal vez hubiese sido deseable constatar algo más de objetividad, en clave menor e incluso en clave de humor. Me refiero a que se admita una leve pero histórica desafección de parte del estado español hacia el pueblo catalán. No me refiero a los últimos lustros en los que resulta patente la posición insolidaria y ultrajante de gran parte de la derecha española, sino de principios del siglo pasado. Existen numerosos ejemplos, pero como botón de muestra, quiero aludir a una letra de cante festero que, por cierto se interpretó en Jaén, recién iniciada la sublevación militar de Franco, y referida a la queja de un personaje de raza negra: “Quien fuera blanco/ aunque fuere catalán”. Con ello, ni por asomo, pretendo justificar la deriva xenófoba y racista del secesionismo catalán, al que, a través de los medios que le son afines, he leído una referencia al maquiavélico estado español, término utilizado como sinónimo de taimado, pérfido, maquinador. Resulta hilarante tal calificativo en boca del poco ilustrado señor Torra, ademas de desinformado porque indica un desconocimiento de la doctrina de Maquiavelo, por cierto singularmente reivindicada en la Universidad Central de Barcelona, y que supuso una revolución política en Europa, durante los siglos XV y XVI, en orden a la configuración de los estados modernos.

Sugeriría al señor Torra leyera o releyera “El Príncipe”, y “Discurso sobre la reforma del estado florentino”. Tal vez, la ilustración le haría ser más educado.