De promesas y retos

20 jun 2016 / 18:00 H.

Afrontamos la última semana de promesas en los mítines, de compromisos ante los medios, de propuestas en los foros de debate y de “propaganda” (esta vez algo menos) que es como llamaban los abuelos en mi pueblo a esto de la publicidad, a diferencia del sentido peyorativo que hoy tiene cuando de comunicar se trata. Realmente ¿están ustedes percibiendo una nueva forma de dirigirse a los ciudadanos por parte de los responsables de los diferentes partidos políticos? ¿Llegan a la mayoría estas tibias estrategias que están incorporando mensajes diferenciados? Es complicado ofrecer una afirmación rotunda, cuando se trata de evaluar comportamientos que tienen que ver con la percepción. Lo que por el contrario no resulta complicado, es apreciar como casi todos pretenden aprovechar los diferentes canales que la revolución tecnológica en la que vivimos inmersos, posibilita. Lo comprobamos en sus propuestas de comunicación en redes sociales, bien sea a través de texto, imágenes o vídeos reproducidos en streaming o subidos a facebook, youtube, periscope, etcétera. Lo vemos igualmente en sus páginas webs, ahora más usables y responsivas a móviles y tabletas o en sus campañas de email o mobile marketing.

En definitiva, utilizando lo que la tecnología nos ofrece, para llegar a más en menos tiempo. El problema surge cuando aciertas haciendo omnicanal tu mensaje, pero una vez más y van ya demasiadas elecciones seguidas, equivocas tu propuesta comercial, porque no se confundan... esto va de conseguir clientes, votantes en este caso, inmunes a las promesas, cansados ya de mensajes comerciales repetitivos y predecibles, y saturados de titulares ocurrentes que consiguen notoriedad fugaz e irrelevante.

Internet ha venido a cambiar definitivamente el cómo nos relacionamos con la política, con sus líderes y con lo que nos cuentan. Nos ha convertido en seres informados con tolerancia cero a los mensajes que no adecuan la expectativa al valor real percibido, con desapego a la meritocracia basada en hechos pasados y con capacidad de viralizar a través de las redes cualquier agravio. La única manera de empatizar ahora con la gente es no defraudándola.