Deberes sí, deberes, no

03 may 2016 / 17:00 H.

Deberes, ¿sí?, ¿no?, ¿a veces?... La pregunta no es de fácil respuesta ni despierta consensos. Tampoco para mí, que tras más de cuatro décadas dedicándome a la enorme y noble tarea de enseñar, no tengo nada claro lo que hay que hacer sobre los deberes escolares. Y es que el asunto, de tan vigente actualidad, sobrevive a todas las reformas educativas, gobiernos, cambios en las estructuras y organización de la familia, revoluciones tecnológicas... está tan arraigado en el entramado educativo y social que creemos, también de moda, que dejar pasar el tiempo es una forma de resolverlo. Entretanto olvidamos que en su día fuimos niños y niñas, y que son ellos los que nos están pidiendo a voces que hagamos algo para aliviar este problema que lleva visos de eternizarse. Y es que no sabemos qué hacer, pero sí lo que no debemos hacer. Cuestionamos el nombre. Tareas, actividades que no se han terminado, apoyo en casa para los que más lo necesitan... También nos quejamos de la cantidad y calidad. A la vez, los demandamos, ya que aumentan su responsabilidad, crean hábitos de trabajo, involucran a las familias en la educación... O sea, miles de razones para no hacer nada y otras tantas para cuestionar el tema y hablar de ello.

Por suerte, la sociedad del conocimiento que avanza imparable nos demuestra con datos que los grandes mitos caen de forma imparable a la luz de la cantidad de información que nos ofrecen los últimos estudios sobre educación en lo referido a qué enseñar, cómo y cuándo hacerlo. Por supuesto, enseñar a aprender. Y vemos cómo la proporción entre deberes y aprendizaje no es precisamente proporcional; cómo no da igual la forma de llegar al aprendizaje; cómo el estrés familiar, y de ellos los verdaderos protagonistas y sufridores, no es un buen aliado para el futuro, o cómo la socialización se puede resentir con el exceso de deberes. En fin, cómo no tener la respuesta no nos impide mojarnos en este asunto. Y hasta que llegue la solución, me inclino por pedir la declaración del día sin deberes en el que su hijo se vaya a casa con las manos vacías y ustedes hablen con ellos y decidan qué hacer esa tarde. Después, decidamos la frecuencia con que repetimos ese día.