Diseñemos sororidad

03 ene 2018 / 09:56 H.

El año que acabamos de estrenar debería convertirse en el año de la sororidad. Así, sin más. Es el año en que las mujeres deberíamos caminar hacia el mismo lugar, protegiéndonos y respetándonos. Somos más de la mitad de la población, eso ya lo sabéis, no es nada nuevo, como tampoco es nuevo todo lo que voy a dejar escrito.

Las mujeres tenemos que remar en la misma dirección, desde la solidaridad y el respeto hacia otras mujeres, desde la lucha por alcanzar la igualdad. Desde el más puro feminismo, sin carga negativa. Simplemente el feminismo como igualdad, como el empoderamiento de las mujeres. No se trata de pisotear a los hombres, sino de visibilizarnos, de alcanzar los derechos que nos hacen iguales y que nos ha robado la sociedad heteropatriarcal que se ha construido, que nos ha encierra, nos viola y nos mata. Nos han educado como cuidadoras y prácticamente nos han inculcado el odio entre nosotras, no sé definirlo, es una especie de envidia hacia otras mujeres que nos hace pisotearnos entre nosotras. Somos libres para llevar la ropa que nos dé la gana, para pensar lo que queramos, para sonreír cuando nos apetezca, para besar a quien queramos, para vivir en pareja o no, para decidir ser madres y para acostarnos con quien nos apetezca sin ser unas frescas. Somos libres para decir no cuando algo no nos gusta, no lo queremos o no nos apetece. No somos el objeto de nadie. No somos propiedad de nadie. Somos personas. Las mujeres tenemos un dura tarea que no es otra que la de educar a esta sociedad en la que vivimos en la igualdad; no nos engañemos, esto es trabajo de todos y de todas, pero lo cierto es que nosotras somos las más perjudicadas y las más interesadas en lograr una igualdad real. Esta lucha empieza en nosotras mismas. Respetándonos, queriéndonos, apoyándonos entre nosotras. No se trata de darnos la razón porque sí, se trata de no culpar o de no juzgar a una mujer por el simple hecho de ser mujer. Los cánones que nos marcan como féminas no se corresponden con la realidad.

Educar a la sociedad es la única forma de crecer en libertad. Somos mujeres. Somos personas.