Disparando pan de higo

14 abr 2018 / 10:36 H.

Cuando uno recibe una carta del Ministerio de Hacienda sabe que no es para felicitarte por tu santo o por, llegado el caso, traer a un nuevo cotizante al grupo. Los “bad boys” de Cristóbal Montoro han mandado 14 cartas a entidades locales para advertirles que tienen un problema con la pasta, y no, precisamente, con la boloñesa. Como aquellos ganadores Detroit Pistons de la NBA, en Hacienda saben cuándo sacar el codo y, como aquel equipo, están cómodos y encantados con su papel de villanos. En la misiva, entendemos que de forma telegráfica, fría y amenazante, se detalla el historial de incumplimientos de cada cual y se da un ultimátum para que en 15 días tomen medidas y corrijan el incumplimiento del plazo máximo de pago a proveedores, para que se quede en unos esperanzadores 30 días. Un unicornio blanco si tenemos en cuenta que el Ayuntamiento de Jaén, el más incumplidor de España, tarda más de 500 días y 500 noches en pasar por tan duro fielato. A ese punto rojo en el mapa de la deuda, al que es casi imposible llegar en tren por la asfixia en infraestructuras, llega de momento el correo y con él una mala noticia que la ciudadanía padece cada día desde que pone un pie en la calle. Al secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, le tocó ayer intentar quitarle hierro al asunto. El que fuera alcalde de la ciudad de 2011 a 2015 está en el brete de explicar una deuda que, ciertamente, no creó él, y que se amasó a lo largo de gobiernos socialistas y populares, pero a la que tampoco puso el cascabel. En cualquier caso, lo suben a la tarima para afearle que siendo alumno brillante en cartera relevante cateara en el saneamiento de su ciudad. Él se agarra a la deuda heredada del gobierno de PSOE e IU para entender el borrón en su expediente. Sostiene que habrá “flexibilidad” o contorsionismo financiero, en román paladino, para que los ayuntamientos preparen un plan de tesorería que fiscalizará su Ministerio. Hizo de poli bueno, porque no era cuestión de hacerse fuerte en el Parador Nacional de Jaén. Desde allí, no obstante, arremetió contra la Junta de Susana Díaz para afearle su poca aplicación en ayudar financieramente a estos hijos descarriados. Uno de los integrantes de aquellos peleones Pistons, John Salley, lucía una sonrisa fantástica fuera de la cancha, pero si le tocaban las palmas decía algo así: “Los que digan que somos unos matones o villanos, pueden besar mi culo”. Pues eso.

El cambio de tercio, a ser posible fresquito, viene con la gira despedida de Rosendo, “Mi tiempo señorías...” El patriarca del rock urbano, con remite en Carabanchel, decide dejar la carretera y salir a la plaza para despedirse desde los medios. Tendrá parada en Jaén, el próximo 23 de junio, y con él “resucitará” un Lagarto Rock que estaba dormido desde 2010, a excepción del concierto homenaje de 2012. La hibernación fue casi obligada porque la deuda con los grupos premiados hizo que Ayuntamiento y organización decidieran su letargo a la espera de tiempos mejores. En estos años nadie se interesó por reverdecer unos laureles más que merecidos para un certamen bandera musical para unos grupos emergentes ansiosos porque sus maquetas tuvieran el altavoz del consagrado Lagarto Rock. El periodista Miguel Sánchez, de buen paladar musical y tantas veces jurado, fue testigo y glosó para este periódico aquellos años gloriosos donde ganaron el certamen bandas como Mardita Passió, Eskorzo, Columpio Asesino y, en 2009, la tan singular y laureada banda ubetense “Guadalupe Plata”. Que la empresa Rosetas Eventos 360 grados, ligada a esta empresa editora, arriesgue su dinero para unir la gira de Rosendo y dar una vida extra al Lagarto no debería escandalizar a nadie. Ni se privatiza el Lagarto, ni se ponen candados a los monumentos. Como en el piano, cada uno toca la tecla cuando puede, lo importante es que haya cierta armonía, musical.