¡Dos décadas hermanando sensibilidades!

15 dic 2016 / 11:16 H.

Una vez finalizado el XX Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza, se me agolpan los buenos momentos vividos cual anticipado aguinaldo navideño: el goce de la amistad; el íntimo encuentro con músicas dormidas y rescatadas por sabias manos, maravillosamente interpretadas con instrumentos apropiados y en diferentes enclaves jaeneros del insigne arquitecto Andrés de Vandelvira; las postales de cine de ambas ciudades patrimoniales; su peculiar y dadivosa gastronomía; el encanto de unas magníficas y trabajadas voces; la creciente y sorprendente investigación musicológica... me han situado en unas coordenadas espacio-temporales cercanas al gozo espiritual y anímico más puro. Y es que este afamado festival otoñal es la excusa perfecta para viajar al corazón de la provincia giennense y hacer un divertido periplo musical junto a ciudadanos que ya han superado el Ora et labora benedictino, haciendo cierto el aserto cervantino del Quijote: “La música compone los
ánimos descompuestos y
alivia los trabajos que nacen del espíritu...”