Efemérides tristísimas

02 abr 2017 / 11:28 H.

Las efemérides se me agolpan y no sé también si las coincidencias. Tal día como hoy, el ejército golpista de Franco declara la victoria sobre la legalidad republicana en 1939. Siempre existe en la actualidad un hito que te arranca de la memoria episodios desgarradores del pasado de este país. Por estos días, Maduro jubila el poder legislativo de Venezuela y consolida un golpe de estado, cuya enérgica condena se echa de menos, por parte de formaciones políticas que se autodenominan democráticas y progresistas. Es el tiempo de populismos inmisericordes en Europa frente a la inmigración más desamparada: Brexit, en el Reino Unido, Marine Le Pen, como amenaza en Francia, Polonia, Hungría, Turquía, millones de niños desnutridos, centenares de miles de personas con su familia aplastados por la inclemencia, ante una alambrada o muro insalvable. ¿Dónde se haya ese principio o sentimiento de la compasión que la cristiandad trajo a Europa?. ¿Cómo se hacen terminar los bombardeos masivos sobre civiles en el Oriente Medio? ¿Cómo acabar con este crimen globalizado de nuestro mundo?. Se ha dicho: “la velocidad a la que aparecen los problemas supera a las soluciones que ofrecen los partidos tradicionales. Se me ocurre, humildemente, reflexionar sobre viejos principios del tomismo que acaso pudieran resultar de aplicación: “Agere sequitur esse”, del obrar se sigue el ser. El racismo, las xenofobias es una forma de crear la prevalencia de los contenidos étnicos y culturales diferentes (esse) sobre la exteriorización de la conducta o de la actividad de los diferentes (opere), extremo este que debe ser el definitorio para la aceptación del diferente, en una democracia. En estos días, es preciso recordar otra tristísima efemérides: la muerte o el asesinato por estos días, de Miguel Hernández, uno de los más grandes poetas del siglo XX. ¡Que magnifica decisión que la Diputación Provincial de Jaén de adquirir para su gestión el legado del poeta Miguel Hernández. El compromiso con la legalidad republicana torna la lírica del poeta de Orihuela en épica, en lucha por la justicia y la libertad. Desde “El rayo que no cesa”, “Viento del pueblo”, a “Cancionero y romancero de ausencias” y “Últimos poemas”, con qué dignidad afronta Miguel Hernández su tragedia, dejando siempre abierta una puerta a la esperanza ¿cómo no estremecerse hasta las lágrimas leyendo “Nanas de la Cebolla”?. En este tiempo convulso, tan parecido por muchos conceptos al periodo entre guerras, reconforta leer a Miguel Hernández para el que “...un rayo de sol en la lucha /... siempre deja la sombra vencida”.

En este Jaén doliente, se echa en falta la reflexión de viejos líderes de la izquierda, ya desaparecidos, como Alfonso Fernández Torres al que Rosario López dedicara este cante, por el Niño el Gloria: Todavía tiene el aire / Alfonso, mi compañero / Todavía tiene el aire / de miliciano en combate / que al grito de libertad / a España entregó su sangre”.