El adiós de Interviú

10 feb 2018 / 11:19 H.

La Transición era Adolfo Suárez alimentado exclusivamente de café con leche y tortilla de patatas con su elegancia política y algo provinciana y la seguridad de quien puede prometer y promete; Santiago Carrillo de incógnito en los Estudios Roma de Madrid para estrechar la mano a escondidas a Estefanía de Mónaco que había venido a España para que la entrevistara Pedro Ruiz; la enésima bala asesina nueve milímetros parabéllum disparada por ETA a una nuca inocente; y el personal febril de democracia que quería ver los pechos en flor de Marisol hartos de aquella niña que cantaba y bailaba flamenco en películas ñoñas ante la mirada triste de José Bódalo. Nace la revista Interviú y las calles de las ciudades se llenan de vallas publicitarias con el lema: “Interviú, la revista política más fotogénica”.

Habla pueblo, habla, y el pueblo habló en referéndum y quería democracia y Constitución, y comenzaron a salir periódicos nuevos, como Diario16, con el soporte publicitario de “Por la libertad sin ira”, al que puso una inolvidable música el grupo onubense Jarcha, y El País, que defendió desde el primer momento el placer de la lectura. Y otros semanarios como La Calle –“la primera a la izquierda”-, que tenía una sensacional sección de Cultura dirigida por el maestro Javier Alfaya, que acaba de fallecer. La Real Sociedad ganó dos campeonatos de Liga consecutivos y el Athletic de Bilbao otros dos, y el Real Jaén ascendió de Tercera a Segunda y a punto estuvo de meterse en Primera entrenado por el recordado Manolo Ruiz Sosa. Fernando Trueba fundó la revista cinematográfica Casablanca -una joya-, y el crítico de cine Boquerini hablaba de películas en el programa radiofónico ‘El Búho musical’ y preparaba el primer libro que se editó sobre Pedro Almodóvar.

Francisco Umbral, en Interviú y en El País, fue el articulista del momento. El gran cronista de la Transición. Umbral hizo artículos en Interviú llenos de negritas con el brillo de las noches/madrugadas de la Transición, por los que iban y venían Ramoncín y Alaska, mientras Alfonso Guerra ideaba un asalto consensuado a los cielos de la política, y Enrique Tierno Galván esperaba a Umbral en su despacho del Ayuntamiento de Madrid para que lo acompañara a dar una charla sobre Hegel a los basureros. Al terminar, Tierno y Umbral se iban a desayunar churros con chocolate al Café Comercial. La Transición fue el arte de lo posible con el aroma suave y hembra de los muslos de Marisol. Emilio Romero escribió artículos en Interviú con su garra y poderío, aunque con una considerable menor influencia que en su etapa de director de Pueblo, un periódico vespertino del tardofranquismo con titulares de impacto, que fue escuela de muchos periodistas, entre ellos José María García. Dicen que Emilio Romero cobraba 500.000 pesetas de cuando entonces por cada artículo en Interviú. Y Camilo José Cela escribió en esa revista muchos artículos, aunque nunca fueron lo suyo, incluso entrevistas y algún largo reportaje sobre viajes. Y Manuel Vázquez Montalbán derrochó su talento en Interviú, mientras movía al detective Pepe Carvalho en la ficción de las cloacas de la Transición.

Interviú no consistió en el desnudo de famosas o famosillas como erróneamente podría pensarse, sino que fue un estilo de hacer periodismo. La revista se creó en 1976 y ha cerrado en enero de 2017. Pero con Interviú no desaparece simplemente una revista, sino toda una época del periodismo.