de Jaén

03 sep 2018 / 11:48 H.

Si te atreves a ir por la calle Campanas cuando corre el aire de Jaén estás más perdido que el barco del arroz, que lo estaban esperando con ansias por la hambruna y a puerta nunca llegó. Es célebre por su maldad patológica el aire solano, también conocido como “granaíno”. Este te pone el bombo como una momo de segunda mano. Por cierto. En el siglo dieciséis, el doctor Freylas era un especialista de los efectos producidos por el aire. Tenía su dispensario médico adosado a lo que hoy conocemos como el pilar de la fuente de Don Diego, de la que se decía que no era potable porque tenía sanguijuelas y la iglesia parroquial de San Félix de Cantalicio, en las proximidades del barrio de la Alcantarilla. Trataba este médico afamado sobre las diversas enfermedades producidas por el viento, especialmente las siquiátricas. Sobre los efectos nocivos del viento me lo creo todo. Trabajaba en el periódico “Área” del campo de Gibraltar y situado en la Línea de la Concepción. Estuve con dolor de cabeza durante una semana, cosa que anteriormente no me había ocurrido. Lo consulté con los compañeros de trabajo lo que me pasaba y me dijeron que teníamos levante, y al que le dé que se aguante, con cierta guasa gaditana.