El bombardeo de Jaén

25 mar 2017 / 11:15 H.

Hasta el terrible 1 de abril de 1937, Jaén no había sufrido ningún ataque ni por tierra ni por aire de las fuerzas rebeldes. Por todo ello, la desagradable sorpresa del bombardeo de Jaén el 1 de abril de 1937, capital de provincia andaluza donde no había aeródromo, ni Cuerpo de Ejército, que se encontraba a más de 20 kilómetros de esta ciudad, provocó un asombro, estupor, indignación y ganas de tomar medidas para que nunca jamás se viesen sorprendidos sus habitantes ante nuevos ataques de aviones enemigos. La aviación franquista con aviones italianos y alemanes bombardeó, sin previo aviso y sin perseguir ningún objetivo militar, Jaén, ciudad desprovista de fortificaciones y defensas. Los daños mortales y materiales fueron cuantiosos y las reacciones ante un hecho tan criminal se produjeron de inmediato. Fueron 157 personas, hombres, mujeres, niños y mayores los muertos violentamente por el terrible y cobarde bombardeo de Jaén, realizado por los aviones alemanes, pilotados por fascistas españoles, que al igual que los nazis alemanes de la Legión Cóndor iban cargados de bombas y cámaras de fotos para ver las imágenes de la destrucción, de la muerte y de la falta de calor humano y de ninguna compasión, duda o remordimiento tras haber destrozado vidas, viviendas, comercios y edificios públicos. Parecía encantarles tener un testimonio de su cruel aventura, tras dejar en el pueblo de Jaén la visión de una imagen de aviones alemanes e italianos como siniestras gaviotas oscuras con alas invertidas, orgullosas del ataque a un objetivo no militar, no estratégico, sino de gentes desarmadas, que realizaban la vida cotidiana de esperar para comprar carbón para su casa, trabajar o pasear por las calles de esta ciudad en aquella primavera de 1937. Algunas fotos de ese criminal ataque aéreo contra el pueblo de Jaén, pese a estar tomadas con ánimo documental y puso firme, nos resultan tenebrosas y desoladoras: Ruinas, nubes, salidas del suelo, tras los resplandores. Las fotos del día después del terrible acontecimiento son las más escalofriantes, más macabras, son las de una serie de víctimas civiles, que son la mejor muestra de la auténtica cara de la guerra. Son instantáneas que muestran la falta de sensibilidad y ninguna empatía entre españoles. Un aviador de la escuadrilla franquista del 1 de abril de 1937 era de Jaén. A lo largo de su vida dejó claro que fue el peor día de su existencia, porque bombardeaba su ciudad, sus paisanos, sus familiares, como explicó su hermana en una revista años después sobre el resentimiento que pesó sobre su conciencia. En esos minutos siguientes a las 17:20 horas del fatídico 1 de abril de 1937 la situación fue infernal. Personas corriendo sin rumbo entre muertos destrozados por las bombas y casas destruidas por esta acción de la aviación franquista, hasta que llegaron a sus casas. Los cadáveres fueron llevados al cementerio de San Eufrasio. Los heridos a los hospitales y demás dependencias sanitarias, según la gravedad de sus lesiones. Los escombros de las casas y edificios destruidos estuvieron durante varios años apilados en las calles bombardeadas, a los que se unieron otros procedentes de los 23 refugios realizados por las autoridades republicanas a partir de esta fecha, donde se gastó un millón de pesetas para su construcción. Toneladas de bombas cayeron sobre la población de Jaén, siendo el barrio de San Ildefonso el más castigado, dejando huellas en la fachada de la iglesia de esta zona, que aún perduran. Las calles más afectadas fueron Mesa, Plaza de San Ildefonso, Rastro, Cronista Cazabán, Adarves Bajos, plaza de Deán Mazas, Mesones, entre otras.