El Brexit y la ley del embudo

30 ene 2017 / 18:10 H.

Los ingleses, muy suyos, estaban medio dentro de la Unión Europea; su integración la hicieron a la carta, un traje a medida en el que se sentían muy cómodos cogiendo lo que les convenía y dejando lo que les obligaba; las costuras de la UE rechinan cada vez que los de la peluca de Westminster se mosquean. No habían acabado de entrar cuando, en un calentón excesivo del gobierno de turno —lo del turno lo hacen muy bien— convocaron un referéndum para amagar; en el fondo era un farol, enseñar las uñas y “retirarse un poquito”; el problema son los refugiados, las fronteras, la libre circulación de personas. Lo que quieren es que Londres siga siendo el ombligo del mundo y la “city” mande en el capital, en las finanzas y su libre circulación y poner un cortafuegos a los zarrapastrosos que no pasen del Canal de la Mancha. No es nada nuevo. El Reino Unido pretende seguir con la parte ancha del embudo y el resto de Europa, como siempre, que se apañen con lo estrecho, que se aísle el continente.