El cambio de clima

08 jul 2017 / 11:09 H.

Decretado el fin del “buenrollismo” institucional, saludemos un cambio climático que ya sentimos. Madrid y Jaén tan hermanadas en lo meteorológico ya no están en la misma onda. Mientras allí, pasada la tormenta, Mariano Rajoy espera en la escalinata al renacido Pedro Sánchez, le ofrece su mano y hablan largo y tendido sobre esta España nuestra; aquí, en Jaén, a la espera de una gran tormenta por llegar, Francisco Reyes da por finiquitada la concordia de atril con el alcalde de la capital, Javier Márquez. “Nos sobran los motivos”, podrá aducir en una estampa muy sabiniana Reyes ante sus parroquianos, y no le faltará razón.

El presidente de la Diputación añora, no obstante, a su “alter ego” en el PP, con el que solventaba las diferencias a mandobles argumentales en el ring público. Podría escribirse, sin necesidad de cursivas, que echa de menos a Fernández de Moya, lo mismo que antes lo echaba de más. Esa mano que mece la cuna, según la referencia cinéfila de Reyes, es la que estaría detrás de la paralización del Museo Ibero y de los requiebros sonrojantes de última hora en este y en otros tantos expedientes abiertos en la ciudad. Sombra alargada en todos los sentidos la del secretario de Estado de Hacienda y exalcalde que le permite mostrarse en Madrid al tiempo que mantiene los hilos del partido en Jaén. Un don de la ubicuidad muy valorado en política.

El colchonero y, ahora, asesor de la Federación de Fútbol Andaluza, Gaspar Zarrías, que ya disfrutó y ejerció este don con maestría, lo podría explicar como un “box to box” —en anglicismo de relamido periodista deportivo— pero vamos a dejarlo en de “área a área” o “todocampista”. Un jugador que no destaca necesariamente en una única faceta, pero que es capaz de cumplir bien en todas. Así que Fernández de Moya pretende ocupar todos los espacios, subir y bajar sin desmayo para ser imprescindible en cualquier caso, pero, sobre todo, para que el balón pase por su pie. Por una mala jugada del partido no pudo proclamarse secretario general y alternar la banda a su antojo, pero desde la grada hace, igualmente, el dibujo táctico y ficha como el Florentino Pérez que todos llevamos dentro. De esta forma, los políticos, al contrario que los comunes mortales, son capaces de estar al plato y a las tajadas, dejando en evidencia al refranero español y a nuestras cortas luces.

En este esquema de juego, tan a la medida de su predecesor, Márquez intentó desmarcarse de un estilo que no coincidía con sus características, pero a la postre, si hay que embarrar el terreno de juego o cortar el césped para que el balón no corra, pues se hace. El bilardismo, en sus diferentes versiones, está presente en todos los ámbitos.

Márquez optó desde el principio por un perfil cercano, amable y con un punto conciliador con el adversario que estaba en las antípodas de su mentor. Pero ni las caudalosas aguas de la Junta se abrieron para el alcalde ni este pasó de las carantoñas a los hechos con la Diputación. Ni que decir tiene que en ningún caso la ciudadanía jiennense sacó tajada ni de las pésimas ni de las buenas relaciones. Esta semana esta prevista la reunión a cuatro bandas entre el Estado, Diputación, Junta y Ayuntamiento para solucionar un defecto de formas, porque eso es lo que ha faltado en este caso. No se puede tocar tanto la pelota, sin profundidad, sin ganas de crear juego, solo con la intención de que el contrario no la toque. El “papelito” del ministerio no ofrece dudas de cómo hay que proceder en este caso del Museo Ibero, pero, sin embargo todo se dilata sin mucho sentido y de “fair play” ni hablamos.

Hubo cierta esperanza, injustificada seguro, en que pudieran cambiar las cosas en esta ciudad. Ya saben que más raro fue aquel verano que no paro de nevar... y estamos en julio y hay quien se arropa... Cosas del cambio de clima.