El caos

12 abr 2016 / 10:00 H.

Arduo trabajo tiene la RAE, que recoge palabros de uso habitual y adapta acepciones a los términos ya existentes. Un ejemplo: devolver, posee varias acepciones. Una: volver una cosa —no una persona— al estado que tenía. Devolver a una persona, en frío o en caliente, es deportarla. Otra es restituir lo detraído a la persona que la poseía. En el caso de los fraudes económicos, la acepción es acorde a su literalidad. Pero, curiosamente, se devuelve a personas, —se deportan— sin posibilidad de defenderse de delitos que no han cometido, cosificándolas con la justificación de unos acuerdos espurios de países ricos que los han sumido en la miseria física y moral. Sin embargo, es más complicado actuar contra los defraudadores, que pueden defenderse de las acusaciones de haber sustraído un dinero cuando detentaban un poder que no les correspondía, sino como gestores de unos incautos que hemos creído en ellos para que gobiernen nuestros intereses. La última acepción de devolver es vomitar, justo lo que nos ocurre a los afectados por la injusticia. El caos de la lengua es el resultado del mismo caos en que está sumida la Humanidad.