El cotidiano terror de andar por casa

A raíz de una paliza y un secuestro, ha salido a la luz pública cómo un grupo de mujeres tiene aterrorizados a los comerciantes del centro >> La Policía busca más ancianos de Jaén chantajeados que no hayan denunciado su caso por vergüenza

03 sep 2017 / 11:18 H.

Hay noticias y noticias, galimatías como el de la cocina del Neveral y tormentas que no se llevan el bochorno, más el cotidiano terror de andar por casa que ha salido a la palestra esta semana. Ha sido conocerse la bestialidad del secuestro de un anciano en pleno centro de la ciudad y se ha destapado la caja de Pandora de una mujer y su horripilante forma de vida, presuntamente autora de la paliza, junto a una compinche. Vanesa es sobradamente conocida por la Policía, por los jueces, por los funcionarios de los Juzgados, por el otro mundo de Jaén, el del trapicheo y la necesidad en forma de enganche físico a una dosis. Y ahora es también conocida por todos nosotros, los jaenitos de a pie, que caminamos ensimismados en lo nuestro y nos paramos poco a ver las cosas del vecino. Le hemos puesto cara, pese a su cambio físico de cuando se plantó ante de las oficinas de la Junta porque le habían arrebatado a sus tres hijos, niños a los que secuestró del centro de acogida y deberá sentarse en el banquillo por ello. Además, en esa historia real y cruel, de las que se escriben a diario pero solemos mirar hacia otro lado, aparecen ahora decenas de comerciantes que han perdido el miedo a hablar con claridad del terror al que los tenía sometidos. Dueños y dueñas, trabajadores y trabajadoras relatan escenas de pánico cada vez que atravesaba el umbral de la entrada del negocio, se echaban a temblar, líos a la vista, insultos y algo que luego parece que no estaba en su sitio. Cual gota de mal rato sin importancia que en grandes dosis se convierte en ansiedad y en algo más que una preocupación. Dicen respirar tranquilos porque una jueza ha mandado a chirona a Vanesa y su compinche, son conscientes también de que, a tenor de nuestro Código Penal vigente, durará poco el alivio y volverán a vivir la jodida anécdota diaria con alguien que entra para engañarte o para robarte, para buscarte la boca. Con Manuel elevaron sus hazañas delictivas, del menudeo al secuestro y quien sabe si no se deshace de sus ataduras, si también la muerte misma en el armario donde le encerraron. Ellas dicen que no lo conocen de nada, la Policía busca más abuelos que no hayan denunciado por vergüenza.