El cuento de la Cenicienta

04 dic 2017 / 08:46 H.

Fueron las plataformas ciudadanas de Linares y de Jaén las que popularizaron un término con nula trascendencia fuera de las paredes de las administraciones con competencias en la materia. Sus representantes pusieron sobre la mesa la necesidad de conseguir una Inversión Territorial Integrada (ITI) para una tierra especialmente castigada por las alarmantes cifras de desempleo. Se trata de un programa excepcional de la Unión Europea dentro de los Fondos Europeos Comunitarios, una oportunidad de trabajar de modo planificado y estratégico para dotar a un territorio de iniciativas públicas y privadas. Cádiz es la única provincia de Andalucía, de las seis que hay en España, que está protegida bajo el paraguas de unas siglas que requieren consenso para que su desarrollo sea efectivo. En Linares, en esa búsqueda constante de ayuda para dejar de ser la segunda del país en paro, comenzó una historia de encuentros y desencuentros cargada de tintes políticos y con un final incierto. Fue el día de la Policía Local.

El alcalde de la ciudad de Las Minas, Juan Fernández, aprovechó la visita del secretario de Estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, para solicitar una reunión en Madrid. Ambos representan a administraciones con símbolos opuestos y, sin embargo, en el fondo y en las formas tienen algo en común: están dispuestos a dar la bofetada política a la Junta de Andalucía. Un mes y veinte días después, el 23 de noviembre, el exalcalde y el alcalde se sentaron en el despacho de la calle de Alcalá. Fue fructífera la conversación, que derivó en el compromiso del Gobierno de colaborar para abordar una Inversión Territorial Integrada para los linarenses. La fotografía del apretón de manos entre los dos enemigos de los otros enemigos, cargada de significado, dio la vuelta al ruedo político. Sin perder tiempo, ese mismo día, dicen en el entorno del secretario de Estado que se produjo la segunda reunión, procurada por Antonio Sanz, delegado del Gobierno en Andalucía. Fue entre José Enrique Fernández de Moya y el número dos de la Administración andaluza, Manuel Jiménez Barrios. Lo que hablaron en aquella cita a puerta cerrada lo saben ellos y, a tenor de las circunstancias, cada uno cuenta el resultado al son de su canción. El caso es que hay mensajes contradictorios y, aunque no se trata de buscar al culpable de la media verdad, serán necesarios otros cuantos encuentros más para aclarar un embrollo que será más perjudicial que beneficioso para la provincia. La traca se produjo al día siguiente.

El secretario de Estado de Hacienda brindó con una navideña cerveza de La Imora por una noticia que levantó ampollas. Él, que tan contento estaba con haber llegado a un acuerdo con un alto cargo de la Junta, se topó con un portazo en la cara. José Enrique Fernández de Moya anunció una ITI para Linares, con el beneplácito secreto de Manuel Jiménez Barrios, y el secretario general del PSOE de Jaén, Francisco Reyes, salió a la palestra con una nota de prensa, desde Bilbao, en la que exigía que la inversión fuera para toda la provincia. Y, para echar leña al fuego, el alcalde de Jaén, Javier Márquez, se sumó al carro con la intención de barrer para casa. Un lío. En el Gobierno central tienen claro que se pactaron los mensajes y que lo acordado fue aunar esfuerzos con la mirada puesta en la ciudad de las Minas. En la Junta están convencidos de que hubo alguien que no se enteró bien de las cosas y que lo que hará la Administración andaluza, con el beneplácito de Manuel Jiménez Barrios, será hacer un diagnóstico de los 97 municipios jiennenses para intentar convencer de la necesidad de una Inversión Territorial Integrada con carácter provincial. Habrá que buscar un diferencial en el que sostener un argumentario más que argumentado en ese cuento interminable de la Cenicienta en la que Jaén siempre es protagonista. Europa quiere diálogo. ¿Lo encontrará?