El cumple de la Consti

11 dic 2018 / 12:04 H.

Ella había estado haciendo preparativos desde mucho tiempo atrás para que aquello fuera inolvidable, y su sonrisa se fue apagando cuando notaba que algunos rehuían mirarle a los ojos, otros incluso le negaron el saludo. Luego la cosa empeoró aun más: que si unos querían que las banderitas de adorno fueran todas rojigualdas y otros preferían incluir guirnaldas con los colores de todas las autonomías, que si a la hora de cantar cumpleaños feliz tenía que hacerse con la melodía del himno nacional, menudo follón. Y para postre a la hora de la tarta, lo de siempre, a ver a quién le tocaba un trozo más grande del pastel. El jueves pasado, 6 de diciembre, fue el cumple de la Consti. Y después de la celebración, algunos invitados tuvimos la oportunidad de conversar brevemente con la homenajeada y ella nos abrió su corazón, necesitaba desahogarse. Y es que de un tiempo a esta parte no se encuentra cómoda, cada vez le cuesta más ir al trabajo. La pobre Consti nos confesó que no duerme bien por las noches, padece insomnio, tiene pesadillas. Es algo parecido a lo que les ocurre a otros escritores famosos, que han tenido un éxito descomunal con una sola obra, y que luego les cuesta enormemente continuar su carrera. Todos conocemos los casos paradigmáticos de Juan Rulfo o de J. D. Salinger que no completaron ninguna nueva novela después del bombazo que supuso “Pedro Páramo” y “El guardián entre el centeno” respectivamente. Pero cuando un escritor se encuentra en esa situación es capaz de redactar artículos, cuentos cortos, piezas menores; sin embargo, nuestra Consti, después de alcanzar la gloria absoluta con su gran “best seller” del 78, apenas se ha prodigado después. Lo único que ha salido de su pluma ha sido la reforma de un par de párrafos, que no es mucho para 40 años de trayectoria. Y, en fin, no seré yo quien critique a nuestra insigne autora, que fue capaz en un momento complicadísimo de redactar un texto que ha tenido una enorme trascendencia. Y aunque algunos consideren que su obra está sobrevalorada, que no es más que un entretenido texto literario, a veces fantasioso, rozando la ciencia ficción en algunos pasajes, con párrafos cómicos e incluso un trasfondo dramático, yo soy de los que piensan que no se puede negar que ha supuesto un antes y un después en nuestras vidas. Sin duda no es fácil la situación para nuestra veterana creadora, su pánico a enfrentarse al folio en blanco se agudiza con el miedo a no estar a la altura de las expectativas. Unos cuantos críticos literarios consideran que ya vale de vivir de las rentas, que la sociedad ha cambiado en los últimos 40 años y que los personajes, el estilo, el lenguaje y las tramas argumentales de aquellos días ya no encajan con las nuevas realidades, que hay que ponerse manos a la obra para lograr un nuevo consenso, un “best seller” capaz de acallar las voces de los que reclaman su retirada y que deje el espacio libre para que otros jóvenes talentos sedientos de fama y de notoriedad y con muchas ideas y con ganas de comerse el mundo diseñen una nueva obra en la que quien sabe si pueden tener cabida las nuevas tecnologías. No sería descabellado imaginar una nueva constitución en la que los instrumentos de las nuevas narrativas como los videojuegos o la realidad virtual estuvieran presentes. Sin duda un diseño legislativo de esas características se ganaría instantáneamente el aprecio de las nuevas generaciones, que en definitiva es de lo que se trata ¿no?