El día que queramos, seremos

Dejamos para mañana qué hacer con el entorno de la Catedral y con la Catedral misma >> Luego nos entrarán las prisas si es que llegan las campanas de una nueva oportunidad con la Unesco >> Patrimonio de la Humanidad, pero con más trabajo

15 ene 2017 / 11:41 H.

Ya gozamos de un patrimonio inconmensurable con nuestra Catedral, pero no somos Patrimonio de la Humanidad. Sería de justicia histórica, pero ya saben, ni la historia ni nosotros mismos somos capaces de colocarnos donde nos merecemos y el devenir de los tiempos y la propia torpeza de unos cuantos nos tienen como nos tienen, a la cola de todo, con semejante monumento pintarrajeado y sin culpables, sus alrededores parcheados con alquitrán y mucho humo, tanto humo como pasotismo municipal. El día que queramos que la Catedral de Jaén sea Patrimonio de la Humanidad, lo será. Para ello habrá que tomarse en serio que a los monumentos que tanto bien han hecho y hacen a una ciudad se les quiere y se les preserva de todo tipo de cosas que les sienten mal, el tráfico la principal. Aquí, está claro, la queremos mucho, mayormente en la barra de los bares.

Un periodista de Madrid vino un día ya muy lejano a decirnos que la Catedral de Jaén estaba mal ubicada, que hay que ser tontucio por muchos libros que se tengan escritos para afirmar semejante sandez. Está donde está y es luz señera de esta bella ciudad de luz, como le canta su himno y, además, está fenomenalmente conservada, excepción de los tejados a los que hay que seguir mimando, por lo demás, levantemos la mirada, en especial quien manda, y que el primer árbol no nos impida ver el resto del bosque, qué queremos ser de mayores como ciudad. Si con 115.000 habitantes estamos de las primeras en contaminación, algo falla; si hay una Jaén que se siente aislada si se corta todo el paso por la Plaza de Santa María, conectemos por otro lado, que ahora las tecnologías permiten infraestructuras universales; si siempre se descartó por costosa una tercera vía principal para la ciudad (además del Paseo de la Estación y la Avenida de Madrid) por la Loma del Royo, empiecen los estudios. Lo que sea, pero ya, que la joya de la corona de Jaén es inigualable con otras, inmensa como ninguna. La tenemos tan cerca que no vemos el potencial que nos da, más que de boquilla con los amigos en el bar; luego pedimos otro botellín y lamentamos la ruina eterna del Real Jaén.