El difunto Matías

19 oct 2017 / 10:38 H.

El mundo es de otra forma a como uno piensa. Cuando aquel hombre murió ocurrieron dos cosas subsiguientes y lógicas. El cardiólogo cerró la página abierta a su nombre en el apartado de pacientes con arritmia. Y en el Registro Civil clausuraron su ficha, que solo consultarían cuando los mismos familiares que habían aportado el informe médico solicitaron el certificado de defunción para coger la herencia. La vida es simple. Habían puesto a otro muerto en lugar del falso muerto y según correspondía procedieron a darle cristiana sepultura en el Cementerio de San Eufrasio. El auténtico Matías se las apañó para malbaratar la vida lejos de la Magdalena, entre las ciudades de Rosario y Asunción que tienen nombre de mujer. En Argentina era Antonio en honor a Gardel y en Paraguay era Albino, por el héroe Albino Jara. Cuando regresó fue el mismo Matías de siempre con el segundo apellido cambiado. Lo primero que hizo fue visitar el cementerio de San Eufrasio por quienes le acompañaron en el que se suponía su último tramo. La vida es simple o compleja según vaya viniendo.