El futuro no es como antes

24 jul 2017 / 11:31 H.

Una novela rosa posee tanta información como la parte de ADN que nos diferencia a los seres humanos de los monos. Esta frase la dijo Stephen Hawking cuando estuvo en Granada allá por el 2001. Aparte de impartir un seminario de alto nivel matemático, también dio una multitudinaria conferencia organizada por los miembros del Instituto de Astrofísica de Andalucía. Alguien que estuvo allí me cuenta que no cabía un alfiler, tanto que se habilitó una pantalla gigantesca para seguir la conferencia a las afueras del recinto. Hawking dijo que esa transmisión de datos que nos hace ser capaces de escribir una novela rosa nos ha hecho dominar el planeta y conseguir la explosión demográfica que existe hoy día. Pero que a partir de ahora, toda esta información va a poder usarse para alterar el ADN humano. En realidad, nosotros ya dominamos el genoma pero como la naturaleza tarda miles o millones de años en cambiarlo y nosotros solo unas horas, en el futuro los cambios que se produzcan en la Naturaleza serán los nuestros. No importa que muchas personas intenten impedirlo por razones religiosas o éticas, porque se hará tarde o temprano, nos guste o no. Aseguró que el desarrollo de ‘humanos mejorados’ provocará diferencias raciales con los ‘humanos no mejorados’. Y que debemos estar preparados para ello.

Bueno pues ya ha ocurrido. Se han acabado los humanos tal y como somos ahora. Ha comenzado el principio del fin. Hace poco se ha logrado un hito científico que no tiene vuelta atrás. No solo se ha almacenado información en la memoria genética de las células sino que la han recuperado después. La revista Nature recoge este experimento realizado por un equipo de científicos de la Universidad de Harvard que han introducido un vídeo en el ADN de una bacteria viva. Tras una semana, las bacterias se dividieron y se multiplicaron, pasando la película a generaciones sucesivas, como un proceso biológico de intercambio de archivos. Posteriormente, se pudo reproducir la película con un porcentaje muy alto de la información intacta, lo que demuestra que las células vivas pueden grabar y retener información.Resulta muy significativo que las imágenes que se han podido ver sean las de aquella secuencia de fotogramas realizadas por el fotógrafo británico Eadweard Muybridge, precursor del cine, y que en 1872 empleó 24 cámaras para grabar el ciclo de movimientos del galope de un caballo. El experimento se realizó para demostrar que el caballo situaba todos los cascos en el aire en algún momento del galope, y lo consiguió. Aquel caballo dando vueltas en el interior de una caja circular es al cine actual lo que este experimento genético será a la vida real de un futuro no muy lejano. Ahora estaríamos en la etapa pre-cinematográfica de nuestro propio cuerpo que se convertirá en un registrador molecular en tiempo real. Parece ser que toda la información que precisa un ser vivo está almacenada en su genoma, en diminutas unidades de ADN, y ahora se convertirá en una especie de grabador de vídeo digital orgánico.

El futuro suele estar basado en las ideas y formas sociales de los siglos anteriores más que en el futuro real no predecible. Pero como decía Mafalda: el futuro ya no es como antes. Así que imagino que las posibilidades que se abren con esta opción serán enormes. Podríamos ser capaces de rastrear el desarrollo de enfermedades en cuanto surjan, o predecir el inicio de proble—as de salud cuando aún se pueden prevenir. Decía el escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke que ‘cualquier tecnología suficiente—ente avanzada es indistinguible de la magia’. A mí, que soy de letras, esa frase me reconforta enormemente. Así que, dando rienda suelta a mi pensamiento mágico, imagino nuestro propio cuerpo retrasmitiendo en directo nuestras vidas, en un mundo Gran Hermano total.

Podría ser, no obstante, que teniendo en cuenta la imposibilidad de escondernos, los seres humanos saliéramos del armario y que, de una vez por todas, nos diera igual compartir libre y generosamente nuestra información de forma instantánea, en lo que sería una era de inteligencia colectiva. Todo es uno.