El “gen Herodes”

28 dic 2016 / 12:07 H.

No sé cuál será el nexo entre las palabras “santo e “inocente” si las miramos desde una perspectiva actual. Asomándonos al calendario quizá el día de hoy nos traiga a la memoria trastadas infantiles con monigote colgado a la espalda o absurdas bromas retransmitidas por televisión para burla y esparcimiento de espectadores de sofá. Sin embargo, ¿cuántas ideas, situaciones, acciones o propuestas serían dignas de figurar en el catálogo de inocentadas si no fuera por el dolor y desesperación que nos causan? Miro por la ventana y oigo la sintonía de “inocente inocente” mientras observo los raíles tranviarios a pie de calle, adoquines en ristre, abandonados a su suerte. También la escucho cuando conecto con algún noticiario y veo la maraña de viejunas actuaciones de ciertos adalides de las libertades que nacieron a la política como luz en el desierto para acabar en bombilla fundida en un trastero en el que cada vez menos ciudadanos confían para colocar sus trastos. Es muy fácil jugar con la ilusión de las gentes de a pie para luego entonar un “inocente” y pasar a otra página rompiendo todo aquello que brotó ante promesas utópicas que removieron conciencias para nada. Además de inocentes somos, “santos” desde luego, al permitir que se nos toree, engañe y trate de bobos mientras en quienes confiamos asaltan poder y status olvidando a quienes les impulsaron. Desgraciadamente no estamos ante bromas de mal o peor gusto sino ante realidades palpables. Esas que, salvando espacios y distancias, podemos ver reflejadas en los ojos de niños y niñas para los que el futuro titubea a la hora de ofrecerles la vida que merecen. Ellos sí que son inocentes. ¿Existirá un “gen Herodes” que nos invita a cercenar futuros, matar ilusiones o enterrar pretensiones? ¿Disponen de él quienes debieran velar por nosotros? Niños refugiados que huyen de guerras sin sentido o de la falta de medios para subsistir contrapuestos con políticos que evitan centrarse en sus verdaderas responsabilidades. Gastos públicos sin medida ni justificación. Proclamas huecas a la busca del voto. ¿Seguro que somos inocentes permitiéndolo? ¿No vamos a hacer nada?