El idioma puteado

07 dic 2016 / 12:24 H.

Habríamos de pedir perdón por hablar correctamente el idioma de Cervantes?, ¿por qué nos empeñamos en pensar –por ejemplo- que “castellano” y “español” son la misma cosa?, ¿acaso podríamos herir la susceptibilidad del necio si no considerásemos como sinónimos ambos términos o, simplemente, sería políticamente incorrecto establecer semejante dicotomía? La conclusión frente a tanta imprecisión terminológica podría concretarse con una exclamación: ¡qué disparate!, “¡qué dislate!”—que diría el sabio—, “a lo que hemos llegado”. Hasta en Lingüística se nos quiere enmendar la plana a quienes nos formamos académicamente para, al menos, dedicarnos con el tesón necesario a una profesión cada vez más denostada aunque no exenta de profundísimo interés. Vayamos hilando: el castellano exportado y ampliado es el español de hoy. Punto uno. En Dialectología, el castellano es el español hablado en Castilla y posee rasgos diferenciales con respecto al andaluz, al aragonés o al extremeño. Pero fíjense, además, porqué hoy traigo a colación esta reflexión, aparte de mi inevitable deformación profesional, claro está. No hace mucho quise poner a prueba si se me entendería tirando del correcto uso de nuestro idioma, el oficial de España, es decir, el español (a pesar de que en la Constitución se identifique erróneamente como “castellano”). Entré en un conocido centro comercial y me dirigí a una de sus dependientas, le hice la siguiente pregunta: “Por favor, ¿me podría usted indicar la sección de los discos compactos?”, ella pareció no entender y me pidió que le repitiera la pregunta. En mi segundo intento me remitió a la tercera planta: “bricolaje”. Cuando le especifiqué que buscaba un DC, un disco compacto musical, ella sonrió: “Si usted lo pide como DC, nadie lo va a entender, querrá usted decir CD, la sección de compacts discs”. Efectivamente, llevaba razón esta señora, si lo pido en mi idioma, nadie me entendería, debo pedirlo en inglés para que me redirigieran correctamente hasta el punto de venta deseado. Claro, la RAE, ¡cómo no!, ya en su edición más actual recoge las siglas CD, tampoco le extrañen si se admite “almóndiga”, “toballa” o “asín...” ¡De pena!