El mejor de los iguales

25 mar 2019 / 16:34 H.

Vivimos en un tiempo en el que, por fin, quedó claro que todos somos iguales. Sin serlo, claro está. Matizando: no es que seamos iguales, tenemos los mismos derechos. Pero obviamos aclarar que con las mismas obligaciones, y que no hay en el mundo dos gotas de agua idénticas... Todo esto viene a colación del reciente fin de trimestre escolar, y del drama que hacen algunos padres con las notas infantiles de sus hijos; por un lado, cuando son más grandes, el “sistema” les permite pasar de curso con varias suspensas, demasiadas. Por otro, cuando son pequeños, un 9 en vez de un 10, un 8 en vez de un 7, un 5 en vez de un 7 requieren charla e intervención heteropatriarca, o matriarca, según el caso. Recuerdo mi época, hace...(uy, qué mayor soy) en la que las notas consistían en un P.A. (Progresa Adecuadamente) o un N.M. (Necesita Mejorar). Y la firma del padre, madre o tutor era un mero trámite, un vistazo por la parte superior de las gafas, un asentimiento con la cabeza, y palante. No reivindico que cualquier tiempo pasado sea mejor, pero dichosa la manía de compararnos con el resto y exigir ser el número 1 por encima del bien, del mal y del regular; es tan ilógico como contraproducente. Motivación, sí, exigencia absoluta por encima de “ser niños”,...N.M.