El modelo

15 may 2017 / 10:26 H.

Decía Juanito Valderrama en uno de sus cantes: “El autor rompió el modelo pa que nadie lo copiara”, y llevaba razón. Hay modelos que hay que romper porque su reproducción sería nociva para la sociedad mundial. El problema es que estos modelos corruptos y devastadores jamás serán rotos por sus autores, porque a ellos es a los únicos que les va bien utilizándolos. Por ejemplo, el abominable y humillante modelo de gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Una dictadura que cuesta admitir en un mundo tan progresista como se dice es en el siglo XXI. Un sistema que lleva a la oposición a la cárcel y siembra el hambre en el pueblo llano al que se mantiene callado por la fuerza de las armas.

Este modelo habría que haberlo roto hace muchos años porque, ya ven, tiene el peligro de que alguien lo copie, como parece que pretenden hacer en España los de Podemos, claramente identificados como asalariados de Maduro. Yo nací en plena guerra civil española y viví casi 40 años bajo una dictadura que, como yo no tenía nada escondido entre las mangas, no me resultó demasiado opresiva. Llevo otros 40 años viviendo en democracia y todavía no he llegado a comprender qué es la democracia, sencillamente porque veo a muy pocos partidos políticos que la practiquen de verdad. Para ser honesto, diría que a ninguno. Todos buscan utilizar la ley del embudo, aplicando lo ancho a su favor y lo estrecho para el pueblo. Sin embargo, creo que una auténtica democracia sería un buen sistema de gobierno. Para llevarla a la práctica sólo nos faltan auténticos demócratas. Tomar como ejemplo el modelo —que ya debería estar hecho pedazos— de Maduro parece un chiste de humor muy negro. Pero no tiene gracia, porque es algo muy serio y peligroso. Un gobernante zafio, que habla con las vacas quizás porque no encuentra un ser humano honesto que le escuche, no merece ninguna confianza. Ya hace muchos años, en 1998, que Robert Redford susurraba con los caballos en una película que él mismo dirigió. Pero aquello era ficción. Hablar con las vacas de verdad, explicándoles planes de gobierno y pidiéndoles su voto es cosa de idiotas o algo más peligroso, cosa de locos. Así está Venezuela y así es como, si no se explica bien, parece que algún partido populista de nuevo cuño pretende que estemos en España.