El paso del tiempo

25 sep 2018 / 12:01 H.

Sucede que nadie ve ni entiende las cosas de la misma manera, de ahí que procure acercarme todo lo que pueda a las insinuantes pistas de ese halo de realidad oculta que me rodea. Pronunciarme sobre lo que sucede ahora es lo que me motiva para escribir sobre una realidad de la que no puedo prescindir. Como no puedo prescindir de ese ruidillo de fondo de una época en la que todo es posible. Me gustaría descubrir lo que es, desearía analizar todo lo que visioné, aunque me halle de repente frente a un sistema social frágil, diseñado por la todopoderosa mano del poder que a menudo concibe a capricho una vida social asimétrica e incluso, cuando se le antoja, ahonda en la herida de la geometría deforme. Pasan los años y las primaveras y los otoños se acortan. Los flâneurs (paseantes) siguen vagando sin rumbo por ciudades que modifican su fisonomía y lavan la cara de una actividad industrial abierta a innovaciones tecnológicas e infraestructuras que demandan los tiempos modernos. Entre tanto, en mi ciudad, la mayor parte del aceite de oliva de la provincia, continúa saliendo fuera en camiones cisterna, al igual que la miel que sale en bidones alimentarios y con ellos se difumina la plusvalía de la comercialización y el reflejo consiguiente en la renta per cápita de una provincia cada vez más ensombrecida por la ausencia de un crecimiento modernizado de la industria y de las comunicaciones terrestres. Si analizamos el tema con detenimiento, nos daremos cuenta que con el paso del tiempo, ha decaído la calidad del liderazgo político, entre una población de individualistas impenitentes, muy amiga del vicio del amiguismo. Para prosperar como pueblo, a esta tierra no se le puede engañar eternamente con subsidios que no crean riqueza. Habría que preparar el terreno a una población que está obligada a emigrar porque en su tierra no encuentra una salida laboral. El tiempo pasa y se sigue cambiando un desarrollo justo por una lealtad partidista que está por encima del mérito y la capacidad de unas gentes endeudadas con la historia. Si no se reciben plusvalías de la comercialización y la financiación regional es opaca y no llega a determinadas zonas geográficas, tengo que pensar que se está produciendo un agravio que dura ya demasiados años. Una tierra en la que no existe cohesión cívica y no moderniza sus medios de transporte, poco o nada puede progresar en ella, quedan por tanto, muchos objetivos que cumplir, pero por lo que se ve, nadie quiere tomarle el pulso a la historia. Escasas rentas, población que desciende, son claros ejemplos de la asfixia de la economía productiva. El pueblo y las clases dirigentes, las clases dirigentes y un pueblo que calla, solo produce gobernantes prepotentes incapaces de dotar de medios a zonas deprimidas. El tiempo pasará y no me sentiré demasiado bien, pues me traerá recuerdos que habrán de devolverme a la tristeza de ver cómo las cosas fundamentales no se aplicaron cuando correspondía, y porque me importa lo que le depare el futuro a Jaén y su provincia. Reconocerán que Jaén no puede seguir escribiendo la misma vieja historia de siempre, la de la lucha por no agonizar junto al paso de un tiempo que se funde con claros de luna entre olivares siempre dispuestos a producir y llenar de gloria a sus ciudadanos si éstos de verdad se lo propusieran.