El prójimo cuenta

23 feb 2017 / 17:10 H.

No hace mucho tiempo que conozco a este hombre. Fue el amigo común Joaquín Sánchez Estrella quien me puso en contacto con él. Un jiennense nacido en 1947 y, como yo, en el barrio de San Ildefonso, que fue durante toda su vida laboral visitador médico, aunque él prefiere que se diga informador técnico sanitario. Su empresa, con la que estuvo 42 años prestando servicio y llegó a la jubilación, fue Laboratorios Pfizer. Este hombre educado, comedido, modesto y poco dado a la publicidad se llama Matías García Aranda. Me ha costado conseguir que aceptara ser uno de los protagonistas de “La brisa de la Alameda”. Dice que su vida ha sido sencilla, que sólo cumplió siempre con su trabajo lo mejor que podía. Está muy agradecido a su oficio, que le deparó poder viajar por muchos lugares del mundo. Desde que dejó el trabajo activo, lleva una vida ordenada, tranquila, dedicada a su familia, a su esposa Josefina y a sus hijos José Matías y Gustavo. Y a leer. Ya ven, todo muy normal. Pero Matías silencia otras labores que él ha desempeñado con mucho amor. Cuando uno de sus hijos tenía 10 años, enfermó de diabetes y Matías, concienciado de que su hijo y cuantos padecían esa enfermedad necesitaban ayuda, creó la Asociación de Diabéticos, en la que permaneció durante 15 años, organizando charlas, procurando asesoramiento médico y toda clase de ayuda. También fue cofundador de la Asociación de Visitadores Médicos. Su parte más humana la desarrolló colaborando en la parroquia de San Miguel durante muchos años, ayudando al entonces párroco Miguel Funes, de quien también tengo yo un muy agradable recuerdo por el trato amable y cariñoso con que siempre me trató. Aprovecho para mandarle un abrazo muy fuerte con mis mejores deseos.

Matías es de esos hombres del traje gris, que pasan por nuestro lado sin hacer ruido ni alardes para no llamar la atención, pero que encierran en su interior una intensa historia llena de emociones, de sacrificios, de buenas obras. Una persona de esas que piensan que el prójimo también cuenta. Conste que no quiero decir demasiadas cosas bonitas sobre su persona, porque seguro que Matías se va a enfadar y pueda sacar de su interior al militar que quiso ser, y nunca fue, y me arreste. Pero él que tiene la Biblia como su libro favorito, sabe que “hay que dar a Dios lo que es de Dios”.