El “punto”
de la limpieza

21 abr 2017 / 10:16 H.

Vivo en una ciudad en la que se da mucha importancia a la limpieza y aquí creo que le falta un punto”. Lo decía en las páginas de este periódico una turista que visitaba la capital el pasado Jueves Santo. Aunque a todas luces intentó suavizar su percepción con el eufemismo de “le falta un punto”, con sus declaraciones lo que vino a decir es que la realidad con que se topa el visitante es la de una ciudad sucia, que rebosa mugre y cochambre, en la que la porquería campa a sus anchas y los pintarrajos en las paredes afean cualquier rincón, por digno que se precie de serlo —monumentos incluidos—. No es tolerable que haya esquinas que apesten a orines, especialmente de los “animales” que caminan sobre dos patas, y que restos de envases se entremezclen con cáscaras de pipas, chicles perennes que salpican un acerado enfermo por un sarampión de cacas aquí y allá. Es muy recurrente echar la culpa a otros, lavarse las manos y responsabilizar a la Administración local o a la empresa concesionaria del servicio de limpieza —que algo también tendrán— pero la ciudad de lo que habla en situaciones como esta es de sus gentes. La conclusión, para nuestra vergüenza y bochorno, es clara: somos unos marranos.