El rincón de Ana

30 dic 2018 / 11:03 H.

Hace apenas unos días, en mi diaria visita al “Rincón de Ana” en busca de esa dosis cotidiana de papel prensa, me precedía en la pequeña cola de adictos a la actualidad un orondo personaje de sospechosa indumentaria rojiza que iba llenando una especie de morral con todo tipo de chucherías, revistas infantiles y juveniles, libros de cuentos, juguetillos varios y comics diversos. En un determinado momento guiñó un ojo a las sorprendidas Ana y Conchi y prácticamente desapareció como por encanto. Todos los presentes nos miramos con asombro mientras que, interiormente, poníamos nombre a lo que ya no sabíamos si había sido realidad o fantasía. Poco tiempo después apareció ante la cristalera un florido buzón desde cuya ranura podían adivinarse hojas de cuaderno dobladas, sobres dibujados, folios escritos con letra balbuceante y deseos infantiles primorosamente encuadernados en ilusión y sueños. Y hoy, ante nuestro estupor, tres individuos de vistoso atavío se han presentado ante Ana para, tras recoger el contenido del buzón, cargar sus inmensas mochilas con el jugoso material que las estanterías y expositores de lo que ya sobrepasa el apelativo de “quiosco” atesoran. Cuentos ilustrados repletos de aventuras, historietas gráficas, libros para jóvenes adolescentes desintoxicados de adicciones a las pantallas, revistas de hobbies, cursos de idiomas, juguetes para montar, relojes, agendas y toda una suerte de dulces, chocolates y chucherías multicolores. Cuando ya pensábamos que los tres ¿magos? se despedían con gesto amable abrieron un bolsillo lateral de sus zurrones y nos repartieron unos ejemplares de un periódico denominado “Noticias de Oriente” con lo que ya no tuvimos duda alguna de su filiación. Ana, Conchi y sus clientes —ya amigos— nos miramos, como días atrás ante aquel otro “rollizo personaje”, y asentimos con la cabeza sin pronunciar palabra. Seguramente algún efluvio alcohólico de estos pantagruélicos encuentros navideños había hecho mella en nuestra capacidad de discernir entre lo real y lo imaginado, pensamos. Y volvimos a la vida diaria tras la despedida con cálida sonrisa de Ana. En las manos, el ejemplar de Diario JAÉN que acabábamos de adquirir. En la neurona de la sorpresa, la visión sobrevenida. En el corazón, la ligera arritmia de la estupefacción. Ya en casa, acomodados en lo conocido, abrimos el periódico para sumergirnos en lo acontecido y, al hacerlo, unas páginas diferentes se deslizan hasta nuestras rodillas. Las recogemos y, con un ligero estremecimiento, leemos su mancheta: “Noticias de Oriente”. Entonces comprendemos que en “El rincón de Ana” una conjunción cósmica, un vórtice temporal, nos ha hecho partícipes del mundo de los sueños.