El silencio de los ángeles

02 oct 2018 / 10:59 H.

Hay castigos que se transforman en placer y no es un ejercicio de masoquismo. Todas las personas hemos tenido a alguien que nos ha obligado a leer prensa para comprender las noticias. Hay mañanas que te levantas leyéndolas y el placer se transforma en indignación: una pareja de personas mayores pasa dos noches a la intemperie en un parque por desahucio, el juzgado se justifica por instar el “lanzamiento “en un fallo de información. Los mozos de escuadra denuncian que cada vez hay más menores de 14 años que piden dormir en la comisaría porque no hay plazas en los centros. Pepi, vecina de Lavapiés de 65 años consigue paralizar por presión de la ONU el desahucio al no poder pagar el alquiler, el fondo de inversión propietario pretende dedicar la vivienda a alquiler turístico. ¡Hay que ver!, llama la atención. Siempre he oído que hay que respetar a nuestros mayores, que tengamos cuidado con los menores sucios de la calle, que eres tonta si vas a un hotel con lo que te puedes ahorrar en un apartamento turístico. ¿Tendrá razón Plauto?: “El hombre es un lobo para el hombre”. En la lectura siempre hay efemérides, de mayor o menor significación, pero siempre presentes. Persiguen reforzar una idea y construir unos valores en torno a esta. El modo en que se plantean responde a una estrategia de marketing social para desear y adquirir culturalmente esa idea. Desde el consumismo no se busca una revisión crítica de la misma, y menos si se trata de sucesos constatables. Evaluar implica descubrir causas y responsabilidades. En la celebración generalmente se busca resaltar los hechos, transformándolos tal y como hubiésemos querido que sucediese e interpretasen. Carmen —mi madre— se levanta mirando el calendario para ver el santoral. Claro está, que cuando adquirió la costumbre no había posibilidad de denunciar nada, sin loar las grandezas del santo del día. Yo en cambio, no logró controlar el “santoral laico” que hemos creado para denunciar o evidenciar situaciones. Ayer era uno de octubre, el interés estaba en los sucesos de Cataluña por parte de quien agudizó el conflicto sabiendo que el interlocutor obraría con violencia como resultado de la frustración, intentando ocultar los errores cometidos por no haber sabido gestionar la situación. Ambas acciones buscaban obtener rédito político y así poder construir mediante imágenes, la épica necesaria de la efeméride identitaria, dependiendo donde situases la razón. Nadie puede negar que se votó, como tampoco que no existieron garantías de quienes lo hacían y para qué. Menos aún que hubiese expresión libre de ideas para quien no pensaban con los que deseaban votar. Una efeméride a la testosterona y al “tu más” de los dirigentes de ambos lados. En cambio no he visto grandes efemérides popularizando las causas de la crisis de 2008 de las que se acaban de cumplir diez años. Sus consecuencias aún se perciben. Pobreza, desigualdad, paro, redistribución de la riqueza a favor de los causantes de la crisis como los fondos de inversión y el desastre ecológico. No nos queremos acordar o no se desea que nos acordemos. No he encontrado ningún día que celebre la caída de Constantinopla y sí la llegada de Colón, ambos hechos igual de destacables o dramáticos. Resultará que los ángeles tienen sexo y aun no nos lo han querido contar. Se me viene a la cabeza la canción de Krahe, Marieta.