El voto como castigo

16 feb 2019 / 11:13 H.

Sí, otra vez de vuelta al limbo del periodo electoral. Los encantos de Pedro Sánchez y un ejecutivo plagado de estrellas, a lo “Globetrotters” —esos malabaristas del baloncesto, en versión castiza en lugar de pelotas haciendo virguerías con la cartera ministerial— no han sido suficientes para domeñar el espíritu siempre suicida e indolente con el interés general de los independentistas. Aunque pierdan el oro y el moro, cosas del refranero. No habrá “superdomingo” electoral, y tampoco descanso unos cuantos días del señor, que para eso somos pecadores desde la cuna. PP y Ciudadanos, con modo electoral activado, una vez que olfatearon el olor a sangre, no estaban por la labor de aprobar unas cuentas y hacerle una transfusión al encantador de serpientes. Hoy se relamen, mañana, que no salga el sol. Como si fuera una premonición estremecedora para el futuro electoral del PSOE, con el actual Podemos del hemiciclo tampoco les llega. Está por constatar, además, cómo volverá a la casa del Gran Hermano podemita Pablo Iglesias, mirada fría en plan Demian, el anticristo.

El 28 de abril es la nueva fecha elegida para el martirio electoral, con una resaca que se prevé de proporciones bíblicas. Pablo, Casado con el pasado, bucea en los ancestros de la política decimonónica y trae a la actualidad palabras casi en desuso, para festín de la Real Academia y la Fundeu, al alimón. E invoca, diantre, al espíritu de Colón, no el conquistador, sino el que se paseó por Madrid para desalojar a Sánchez de la Moncloa. “Felones y traidores” a la patria ante ese acercamiento tan mal medido, y peor explicado, entre Sánchez el encantador y un Quim Torra balbuceante, que pierde el paso en el discurso cada vez que sale del confortable ecosistema de sus medios vaticanos. Ante las preguntas y la refutación de las ideas, se descompone como un cuadro cubista de Picasso, pero con menos arte. En la entrevista en “Onda Cero”, de Carlos Alsina, perdió una vida política y la radio celebró su día a lo grande. Mientras el Gobierno iba en busca de un relator presentable, confió en buena lid en la negociación con el cardenal del independentismo que filtraba puntos y “autodeterminación” para mayor crispación de una mujer almodovariana, al borde de un ataque de nervios, Carmen Calvo. Los barones socialistas no daban crédito ante el crepitar de esta falla fuera de fecha. En tromba se posicionaron para marcar terreno y apagar sus conatos regionales. Un despropósito en la mal llamada era de la comunicación. A Pedro, en modo director, no le quedó otra que poner fin a esta película, con el deseo íntimo de rodar la secuela. Pero para demostrar que él también puede hacer una regresión, un “flashback”, limpia la era y purga a Soraya Rodríguez y a Barreda a la siberia orgánica. Avisados quedáis. En el escenario coincidirán, por lo tanto, varias representaciones, a saber: juicio al “procés”, campaña electoral, Semana Santa y, al séptimo día, autonómicas, municipales y vuelta a empezar.

Sin abandonar el género de terror, Oriol Junqueras, con conexión divina con el monasterio de Montserrat, parece un personaje de “El nombre de la rosa”, de Umberto Eco, que se ha colado en la Audiencia Nacional para hacer más grande aquella leyenda negra de España como nación salvaje, con la inquisición vigente, frente a una república con “fórceps” e impuesta por unos iluminados a fuerza de sonrisas.

De cierre, la promesa de Moreno Bonilla presidente de acudir a esta provincial malquerida, con parada en Jaén y en Linares, se cumplió. Cabe esperar para la siguiente que se suba al tranvía de Javier Márquez o, al menos, que lo deje encarrilado y que venga cargado con las inversiones congeladas que demanda la provincia. 86 millones de euros dejaron las administraciones en obra pública en 2018, según los Constructores, de un pastel de 2.000 millones en Andalucía. ¿Quién se come nuestro trozo de tarta?