En formación permanente

17 abr 2018 / 09:18 H.

Ya ha pasado el tiempo en el que el período de formación de una persona estaba ligado estrictamente a sus años de estudio en la infancia y la juventud. En realidad, la formación o es permanente o no es formación en ningún sentido, no solo porque los conocimientos de cada una de las disciplinas se van actualizando sino porque la forma en la que vivimos en este siglo XXI lleva aparejada la necesidad de aprender de forma constante. Y puede que uno de los saberes de carácter esencial sea el de fomentar la capacidad de adaptación a las nuevas situaciones que vivimos. Aprender para la vida y a lo largo de la vida, ni más ni menos y no exclusivamente en un contexto formal. Para esto hay que aceptar que en ningún momento sabemos tanto como creemos saber, lo cual lleva implícita una buena dosis de humildad, cualidad poco común, sin embargo. Aceptar, incluso, que algo de lo que hemos aprendido ha dejado de ser relevante, lo que es más difícil de asumir. Es necesario reconocer que, si en algún momento el formarse dejó de ser importante para nosotros, el camino de regreso está siempre abierto y que es obligación moral y social, especialmente para algunos, tener esto siempre presente y hacerlo presente en quienes tenemos a nuestro alrededor.