Entre la espada y la pared

19 feb 2018 / 08:35 H.

Así está el presidente provincial del Partido Popular. Entre la espada y la pared. Juan Diego Requena compagina el cálido sillón de la Alcaldía de Santisteban del Puerto con un frío y desangelado despacho de la capitalina calle San Clemente. La normalidad a la que aspira este ingeniero desde que llegó al cargo, en una cita congresual con militantes a favor y en contra de su forzada candidatura, está cada vez más lejos y queda enmarcada en el espacio de los sueños y los deseos. El comienzo de una historia con un alto índice de conflictividad dista en el tiempo tan solo un año. Doce meses de eternidad en los que la segunda fuerza política de Jaén vive una situación dantesca.

Fue el 15 de febrero de 2017 cuando su antecesor, José Enrique Fernández de Moya, alzó la voz para anunciar su firme propósito de continuar como líder de una organización con serias aspiraciones a gobernar en la Diputación. Pocos días más tarde se vio obligado a dar un paso atrás por culpa del reglamento de las incompatibilidades. Ser presidente y secretario de Estado de Hacienda era algo así como querer estar en el caldo y en las tajadas. La negativa de quienes tienen la sartén por el mango convirtió el proceso de sucesión en un auténtico infierno. El alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, se postuló para la vacante con aires de democratización y una firme apuesta por el municipalismo. El nacimiento de una corriente crítica sin precedentes obligó al partido a forzar la máquina y buscar un candidato para garantizar la continuidad. No fue fácil. Hubo varias manos alzadas hasta que, finalmente, todos coincidieron en que el mejor aspirante era otro alcalde, el de Santisteban del Puerto. Dos votaciones se celebraron para elegir presidente. En la primera vuelta, en la que participaron los afiliados, ganó Miguel Moreno. En la segunda, con potestad para los compromisarios, se consagró como mandatario Juan Diego Requena. Fue en mayo y, desde entonces, el calvario político de unos y de otros da para escribir un libro. Basta con insistir en que todavía hay una demanda judicial que, aunque todo hace indicar que será retirada por el dirigente porcunense, no fue plato de buen gusto para los presuntos implicados. El caso es que, a punto de llegar la sangre al río, la dirección regional rompió el doloroso silencio y llamó a las partes para llegar a un acuerdo. Hubo visos de componer las piezas del puzle, pero no fue posible. El líder de “Jaén Adelante”, en aras de la honestidad, cumplió sus propios plazos y abandonó la fuerza política en la que milita desde hace más de treinta años. Decidieron acompañarlo cuatro alcaldes, más de cuarenta concejales y cientos de afiliados. Todos, por cierto, caminan con rumbo fijo para encontrar cobijo en Ciudadanos. Desde Sevilla, y con amor, empezaron a sonar los teléfonos de los críticos para frenar la estampida. La estrategia funcionó. El segundo intento de negociación cuajó y, con el iliturgitano Jesús Estrella a la cabeza, hasta Juan Manuel Moreno Bonilla se desplazó a Jaén para bendecir el pacto de la unidad perdida. El problema es que las ausencias de quienes acompañan a José Enrique Fernández de Moya en este arduo camino hablaron por sí solas. Hay quienes dicen que Juan Diego Requena hizo de su capa un sayo con tal de salvar la negociación. Otros aseguran que no le quedaba otra. Son los mismos que están convencidos de que hubo alguien que lo empujó para que saliera a la plaza y, con el toro delante, salió por patas hasta dejarlo solo y ante el peligro. El caso es que el santistebeño se vio entre la espada y la pared, entre lo que dicta José Enrique Fernández de Moya y lo que promueve Juan Manuel Moreno, enfrentados políticamente por más que se empeñen en el camuflaje de la verdad. En consecuencia, se cierra una etapa mala y comienza otra peor. Hoy mismo tendrá que dar explicaciones por un acuerdo poco convincente, que no garantiza que el próximo congreso sea mediante “un militante, un voto”, que no aclara los plazos de la integración y que hay 47 nombramientos que habrá que votar en un comité ejecutivo. Con razón dice el refrán que, en martes y 13, ni te cases ni te embarques.