Epílogo político inconcluso

06 nov 2016 / 11:18 H.

La semana fue densa en contenidos que, aunque previsibles, han marcado un punto de inflexión en la singladura política de este país, singularmente para la izquierda, hasta el punto de que se ha acentuado el daltonismo ideológico en ella: se duda dónde se encuentra el rojo, el amarillo o el verde....

Los más perspicaces aplican ahora el concepto de la transversalidad, concepto que, demasiadas veces, resulta inidóneo en términos de posicionamiento político. Existen infinidad de dolorosos ejemplos. Así, ocurre en las grandilocuentes declaraciones que en el mundo occidental se produjeron y a las que, en lo concerniente a su general adhesión, se aplica la transversalidad: Declaración Universal de Derechos Humanos: Art. 13.2: toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, pero se silencia, asimétricamente, el derecho equivalente a entrar en otro, es decir, los controles de entrada de inmigrantes se consideran medidas restrictivas legitimas de cualquier sociedad democrática.

¿A qué lugar queda reducido el primero de los derechos invocados? La aceptación de la transversalidad, tanto en la esfera nacional como universal, no resulta siempre coherente.

Volviendo al patio nacional, en esta semana se ha constatado que la coherencia ha confrontado con lo posible, siendo así que de esto último depende no solo el bienestar sino la subsistencia de millones de ciudadanos, y ¿qué hacer? En principio, la opción elegida por el dimitido secretario general es moralmente elogiable al asumir la coherencia personal que no pudo objetivar en su gestión política. Y he dicho “en principio”, por imperativo de la libertad de expresión y de iniciativa política de que, según los estatutos del Partido Socialista goza su secretario general. Ya señalé, hace dos semanas, que terminarían por explicitarse si en su defenestración se habían priorizado unos u otros motivos. Las declaraciones del ya ex secretario general respecto de su estrategia “codo con codo” en la trayectoria de “Unidos Podemos”, respecto de su anunciada batalla orgánica, que no se anuncia sino que, en su momento, se hace, respecto de la soterrada descalificación del Comité Federal de su partido, nos ha descolocado a todos. Imagino que, en el círculo próximo a Pedro Sánchez, existirá algún poeta o lector de poesía, que pudiera haberle aconsejado la lectura de la Égloga II de Garcilaso de la Vega: “No me podrán quitar el dolorido / sentir si ya del todo / primero no me quitan el sentido.” Ocurre que el “sentido” a Pedro Sánchez no se lo han quitado otros, sino él mismo.