Esa Jaén de arriba que no vemos

No solemos mirar donde prevemos problemas o creemos encontrarlos y antes que nada nos ponemos la venda >> El Jaén de arriba merece su lugar en la ciudad y sus atenciones >> Meritoria y de monumento la labor de los maestros en ese otro Jaén

07 feb 2016 / 10:27 H.

Hay una Jaén abajo, alegre y bulliciosa, que guarda sus penas en el cajón, porque vivir hoy con hipoteca, sin trabajo y dar de comer a diario a los niños sin que se noten las penalidades es un ejercicio complicado, incluso podría calificarse de épico (54.883 personas no tienen un trabajo en nuestra provincia y la aceituna acaba en unos días). Esa Jaén de abajo es la Jaén que contradice a la Jaén de arriba en todo, que sus calles son grandes, hay semáforos, están las tiendas y los organismos oficiales y desde que se quitó la vieja estación de Renfe, un gran Bulevar se asoma en la bonita estampa que desde el Castillo avistan los visitantes. A la Jaén de arriba, además, hay que subir, y las noticias de esa otra Jaén no son alentadoras para el paseo, pero ahí está con su singularidad de vieja ciudad con calles intrincadas y hermosas, pero no lo vemos.

No queremos vernos allí reflejados, preferimos vivir alejados de esa otra Jaén y, cierto, que con nuestras penalidades ya hay bastante. Pero si la ciudad de Jaén como capital de provincia ya tiene una singularidad única en España, que la marca, pues solo el 18 por ciento de la población vive en ella, también resulta que está partida en dos, el arriba y el abajo que les cito. Complicado aún más por las cuestas, las calles donde es imposible transitar con un coche y, a la par, porque no hay avenida que cruce de un lado a otro y permita el tránsito de viajeros y personas entre una y otra parte de la ciudad. Pero ese es otro cantar, el de haber hecho una gran calle ‘articuladora por la Loma del Royo, lo que quería relatarles es que allá arriba se vive a otro ritmo, no hay nada que hacer, mitad porque la explosión de la burbuja inmobiliaria arrastró a todos los jornaleros de la construcción al paro, también porque el modo de vida de sus moradores dista mucho del que consideramos al uso y el paro, el aislamiento y las ‘costumbres’ llevan a esa zona a los titulares de Prensa en negativo, pero el estigma no puede ser general ni debemos cebarnos. La lucha diaria de la buena gente merece un aplauso, como un monumento los maestros que inculcan a los niños la vida en paz y bien.