Espejismos
Imaginemos una casa de cuatro habitaciones. La primera, bien decorada, es la parte de ti mismo que tanto tú como los demás percibís. En la segunda es fácil tropezar, debido a que es lo que otros saben de ti pero tú ignoras; mientras que la tercera, íntima y cómoda, guarda lo que tú bien conoces y nadie más puede siquiera imaginarse. De la última no tienes llave, es lo que aún no has mostrado a otras personas ni reconocerías como tuyo. Joseph Luft y Harry Ingham desarrollaron esta herramienta cognitiva a la que bautizaron como “Ventana de Johari”. En la era de la información y de la imagen, estos son dos conceptos casi antagónicos, ya que ni es oro todo lo que reluce ni nadie es tan encantador y atractivo como sus perfiles prometen. Si viviéramos más a menudo en la primera estancia nos mostraríamos tal y como somos, sin trucos y en armonía. Sin embargo, a menudo nos esforzamos por mostrar una parte estudiada, con una naturalidad pasmosa. Lo que más debería preocuparnos a pesar de todo, no es haber olvidado qué estábamos dispuestos a compartir, sino no ser capaces de reconocernos en lo que queda.