Esto no hay quien lo pare

12 abr 2016 / 10:00 H.

Se acaba la Semana Santa y viene el verano, se irá el verano y, tras una efímera feria, llegará Navidad, y por tópico que resulte y cotidiano que parezca, esto no hay quien lo pare. Y así un año y otro, y otro más, hasta que ves cómo los hijos de tus amigos llegan más tarde que tú, te levantas, y compruebas como eso que era un pelo blanco y no debías arrancar por miedo a una misteriosa reproducción, se torna en la santa cruzada de encontrar unos cuantos negros juntos. Nos hacemos mayores y nos adaptamos a los nuevos tiempos, a la era de las redes sociales (que no son pescadores estudiando historia), de los teléfonos táctiles y a pagar con la huella del dedo. El otro día hacíamos una videollamada desde mitad de la camá de los olivos a mis hermanos que se encontraban en Taiwán, que está cerca de China, pero no lo es. Me sigue pareciendo sorprendente. Nosotros, que sobrevivimos a Furnieles, a las chuches que engullías con 5 duros, a las peonzas y las chapas, a rebobinar las cintas con el boli bic y a la victoria en La Victoria, la de verdad, ahora vemos cómo nuestros padres te felicitan por Whataspp, te quieren en el Facebook y te regañan en Twitter. Y te mandan fotos de sus hortalizas en el Instagram, oye. Falta que me regañe por Periscope, como hace el polémico marido de la rubia. Los coches aparcan solos, las aspiradoras se pasan a su antojo y las ollas te hacen comidas en menos que te canta un gallo, eso sí, digital. Las parejas arreglan sus problemas con los dedos pulgares, entiéndase, no metiéndolos en los ojos del prójimo ni en otro cubículo humano, sino escribiendo a la velocidad del Rayo Vallecano mientras sortean obstáculos en su apresurado caminar. Pero, una barbacoa a teléfono apagado, unos chatos de vino con sus aceitunas, unas cañas con sus patatillas, no lo supera ni el Chicote a base de mandiles de colores. Esos ratos de casquera con los amigos o una buena cena con tu amada esposa, no los cambio por ver una peli con las gafas de buzo puestas mientras bajo la luz a palmetadas y encargo unas pizzas con la app, (eso sí, actualizada). Que entre el antes y el después, siempre nos quedará el durante.