Falsas
apariencias

02 oct 2018 / 12:07 H.

Siempre nos estamos lamentando de la falta de recursos monumentales, que no gastronómicos, que permitan la atracción de una afluencia, no necesariamente masiva, aunque si generosa, de personas que quieran visitar nuestra ciudad. Que tenemos escasez de monumentos, si hacemos comparativas con nuestras hermanas cercanas es evidente, aunque los que tengamos puedan parecernos los más maravillosos del mundo. Pero que descuidemos los que hay o hacer desaparecer lo que nos queda, no tiene justificación ninguna, es un delito en toda regla y debería estar penalizado. En un bonito paseo por Úbeda descubrí cómo pequeños edificios, que siempre han estado se hacen grandes y atractivos solo por el trato y el respeto que recibieron. Y aunque una fachada pueda parecer algo insignificante, es sorprendente el interior que puede esconder. Básicamente, ahí puede estar nuestro secreto, en hacer grande lo insignificante, en saber mimar y cuidar lo que tenemos, en dar luz a lo que puede no tener, no en apagarla. Puedes aparentar una gran fachada y creerte fuerte por el poder que aparentas, pero las grandes fachadas también caen, el tiempo se encarga de ello, por tener un interior miserable.