Follón de lobo presupuestario

07 abr 2018 / 11:08 H.

Puede que esté confundido. Quizá crea que padece un resfriado, o algo más probable, una típica alergia primaveral al polen. Pero si padece urticaria, tiene los ojos llorosos, su nariz gotea y tiene un cierto picor de garganta padece un cuadro típico de sensibilidad a los presupuestos. No tema, sus efectos son pasajeros, aunque cíclicos en Jaén. Incluso a los especialistas en vender sus bondades —como los turroneros y tomboleros con el micro en la garganta— les carraspea la voz cuanto tienen que recitar sus cuentas para la provincia. “Secretrario, ¿de verdad que dejamos el lote a ese precio? Estamos locos”. Al de estado de Hacienda, José Enrique Fernández de Moya, de ronda presupuestaria (está siempre presente en cuerpo y alma), también le ocurre. No está cómodo porque sufre los síntomas presupuestarios. Pero en esta primavera, lo suyo ha ido a peor. No es que el tramoyista lo haya dejado sin argumentos, es que desde dentro le destriparon la trama. Sí, en lenguaje cinéfilo anglosajón, le hicieron “spoiler”. Él que había preparado con mimo la liturgia de las partidas presupuestarias, detalladas con celo, explicando con precisión de opositor cada inversión y jalonado el discurso con pellizcos de monja: “Los fondos de ordenación de apoyo financiero a los que se acogen 13 ayuntamientos, entre los solicitantes está Bedmar, el pueblo del que Francisco Reyes es concejal”.

Esfuerzo baldío, al traste, lo que deberían ser fuegos artificiales queda en fuego fatuo o, lo que es peor, follón de lobo. Todo por culpa de aquellos números que la Subdelegación del Gobierno, de Francisca Molina, certificó el pasado febrero: De los 80 millones presupuestados para 2017 para la provincia solo se ejecutaron obras por valor de 15. Aquello de predicar y dar trigo, pero en documento Excell. Una patada en toda regla a estos hongos alucinógenos que proliferan en las fértiles tierras de las administraciones y que nos dejan siempre en Jaén con la boca seca. El filón de oro político encontrado en este punto para los socialistas da mucho juego y de ahí a interpretar las cuentas del Gobierno como un largo cuento chino media un Yatekomo. Fernández de Moya, no obstante y en su derecho de replica, puede afirmar que, al menos, el pone nombre y apellidos a sus inversiones, por más, apuntamos, que al año siguiente se conviertan en bastardas. Y es que la veta de los populares es que la Junta de Andalucía no desglosa sus inversiones en el Santo Reino y así, agregamos, es más difícil seguir la pista a sus incumplimientos. Esto en filosofía de Mercadona no es contentar al “Jefe”, los clientes, los que compramos el género.

Los votantes, los ciudadanos, damos por hecho que nos engañen en lo básico, en sus propias cuentas, y de ahí interpretan que hay barra libre para todo lo demás. Claro, con la mentira pública se puede llegar muy lejos, aunque te pinten la cara. Cristina Cifuentes, sin ir más lejos, baja de romería a Sevilla para dar una “master class”, perdón una clase magistral en el Congreso del PP, de asunción de responsabilidades políticas o cómo hacer un máster con una sonrisa y un guiño. Cultura de esfuerzo. Dice la publicidad que hay cosas que el dinero no puede comprar, pero para todo lo demás... Mastercard. Y Ciudadanos otra vez en el brete de actuar, tira por la calle de enmedio: una comisión de investigación. Por último, y con permiso del rifirrafe de reinonas entre Letizia y Sofía, en clave local, y desde el Parador de Jaén retumbó la caída a los infiernos de Juan Fernández, que sin ser nombrado, recibió estopa política de un Reyes que dejó claro, por si alguno aún dudaba, que el actual alcalde de Linares es historia del PSOE. “Linares necesita un proyecto de ciudad, no uno personal (...) que no trabaje en contra de las administraciones para salvar únicamente su DNI”. Y todo dicho bajo el retrato del asesinado Condestable Miguel Lucas de Iranzo.