Fórmulas de gobierno

20 may 2016 / 10:34 H.

Qué deparará el futuro más inmediato para este país que llamamos España, el mismo que ha sido estudiado por nuestros vecinos franceses —ya nos vale— desde un punto de vista sociológico por tener en consideración a Belén Esteban como fenómeno social, motivo, además, de una tan amplia como llamativa tesis doctoral en la misma Galia? Bien es cierto que ya Larra, en sus años gloriosos de dedicación literaria y periodística (1827-1837), se nos dirigía al territorio en conmiseración con una dificilísima situación política, social, económica y cultural. Los tiempos han cambiado —¿han cambiado?—, quizá no tanto como creemos si todavía damos pasos de cangrejo, desde abajo, en conceptos básicos —por ejemplo— de municipalidad. Siguen existiendo terruños en donde el deplorable y soez nepotismo y la palmadita en la espalda como método lamentable por conseguir prebendas se sigue poniendo en práctica. Si desde las raíces de algunos de nuestros pueblos no se está preparado para desempeñar una gestión ejemplar y ejemplarizante, más allá de unas siglas y en la arrastrada búsqueda de un puñado de votos, seguiremos siempre perpetuados en la trasnochada y despreciable España de charanga y pandereta machadiana. Se hace, pues, necesario regenerar la política desde abajo, desde el propio pueblo para llegar a un concepto superior, a un Estado digno de consideración y aplauso. Quizá lo que nos falte sea perspectiva y por tanto eficacia en la conveniencia de regeneración, y ello lleve a la más ignominiosa de las ignorancias cuando se pretende criticar a otras fuerzas políticas en lugar de sentarse a dialogar, pero dialogar de verdad, atendiendo a lo que en nuestro siglo demanda la ciudadanía. Aprendan, pues, de una vez por todas —quienes gobiernan— a entender y entenderse. A los griegos debemos una magnífica palabra como “política” (el arte de vivir en sociedad o arte de las cosas del Estado), no la desvirtúen en beneficio propio, ahora el pueblo no se calla y habla a través de las urnas, con votos claros, en una España sin precedente en la que se debe valorar la cultura, la educación y la sanidad por encima de cualquier conveniencia. Se aproximan elecciones, ¿recurriremos a Larra?