Hasta los andares

05 abr 2017 / 12:10 H.

En esta época de ayuno y abstinencia muchos lo tienen claro, pero otros aún se preguntan qué clase de inanición han de sufrir, si solo aquella que consiste en bacalao bien desalado u otra más radical que impida cualquier aproximación al roce carnal. Porque hay veces que uno piensa relamerse con un jamón, una pechuga rellena o un buen solomillo y se topa con la mala cara de un potaje de Cuaresma, sano, sin duda, y exquisito para el que le guste, pero potaje al fin y al cabo. Alguno habrá que haga de tripas corazón y ande a la zaga, tragando garbanzos con espinacas y esperando con ansias que se levante la veda, pero otros pecarán, parece que los estoy viendo. La carne es débil y así, como el que no quiere la cosa, nos dejamos llevar por el goce de los sentidos —dicen que la jodienda no tiene enmienda—. Nada nos hace tan felices como el amor, el sexo y la comida y es que, aunque nos pese, no tenemos remedio, porque del cerdo, bípedo o cuadrúpedo, hasta los andares.