La geolocalización

08 abr 2018 / 11:48 H.

Dicen, lo dicen los que saben, que hoy día todo hijo de vecino que tenga un móvil con posibilidad de activar el GPS, puede ser localizado por los mecanismos tecnológicos de los que disponen los Estados en cualquier rincón del mundo. ¿No nos debe esto dar qué pensar? A mí, qué quiere que le diga, no me hace ni la más mínima gracia. Se escudan en que, así, el Estado y sus instituciones de protección del ciudadano están siempre operativas para prestar la ayuda necesaria, si de ello depende la localización física de cualquiera que no necesite. Hasta ahí bien. Pero el problema creo que es fácil de ver. ¿Dónde está aquí el derecho a la intimidad? ¿Por qué tengo yo que estar localizado en cualquier momento para quien disponga de la tecnología suficiente para ello? En principio, si se trata del Estado, en principio, repito, solo actuaría así si hay una orden judicial que lo autorice. Pero, ¿es siempre así? Nos han impuesto una forma de vida con la tenencia de los teléfonos móviles, que nos hace estar al descubierto permanente en cuanto a escucharnos y localizarnos, lo que da un poder tiránico al Estado, a esa parte corrupta del Estado. Porque todos sabemos que el Estado tiene cloacas.