Carta a Manolín

26 mar 2017 / 11:31 H.

Manolín: ¿Por qué maltratabas a ese compañero de clase? ¿Has disfrutado con su debilidad, tú y algunos más; ¡cobardes! ¿En qué te basabas, en tu tamaño, en el número de ¡cobardes!? En fin, perdóname, Manolín, por mis duras palabras, pero mucho peor es lo que hacías tú al indefenso. Sé que por fin te has arrepentido. Sé que un día comenzaste a pensar cuánto podrían estar sufriendo aquellos niños pasto de tu vaciedad. Sé que empezaste a pensar que a ti no te gustaría que te hicieran eso. Sé que por fin has conseguido situarte en el lugar del otro; y te has dado cuenta de lo infeliz que todo eso te hacía. Sé que has reparado, a Dios gracias, en que Dios ha puesto en el alma de todos los seres humanos el sello de la conciencia; que te has dado cuenta de que en la conciencia está escrito el conocimiento del bien y del mal, que se traduce, como Dios mismo dijo, en seguir y conocer sus diez mandamientos, porque, por fin lo sabes, al maltratar a un compañero haciéndole sufrir lo indecible, atentas contra Dios, pues maltratando estás matando su alegría, su ilusión de ir a clase, su fama y su derecho a vivir en paz.