La Navidad de Dios

17 dic 2017 / 11:20 H.

Nuestro querido don Antonio: Qué le vamos a decir nosotros de la Navidad, si hace unos días llegó usted a los noventa. Cuántas Navidades. Sabemos que sigue recordando usted a los demás, siempre que puede, lo que es la Navidad. Pensamos que se hace necesario ese recordar, ya que la memoria general de esta sociedad se ha olvidado de que estos días se celebran porque, allá por el año cero, nació un niño que dio origen a la Era que lleva su nombre, y era Dios. Pero a Dios, hoy, casi ya no se le hace caso, ni se le teme; cuando, creo que lo decía San Pablo, corríjame, “de Dios no se burla nadie”, aunque nos pueda querer con locura. Dios no puede mudarse y, por tanto, no puede dejar de exigir las condiciones que puso para que vivamos después de morir, sus Diez Mandamientos. Cuántos belenes habrá puesto usted con sus manos, las figurillas de la Virgen y San José, los pastorcillos, los reyes magos, la lavandera, el río con platina, qué entrañable; pero eso es nada comparado con saber que el niño Jesús era Dios, con saber que quien le siga, cumpliendo lo poco que pide, tendrá aquí una vida llena de beneficios. Recordarnos esto, don Antonio, es el mejor regalo de Navidad que usted nos puede hacer.