Imprevisión (que no imprevisto)

21 sep 2018 / 11:11 H.

Decimos “Me ha salido un imprevisto” siempre que no nos apetece explicar las razones de un retraso o de una incompetencia (verbigracia, sigan leyendo paréntesis). Como quien sufre un sarpullido o se contagia de sarampión. Pero deberíamos recordar que un imprevisto es algo irremediable y siempre sucede en la esfera de lo ajeno, en el ámbito del caos. El problema reside en que todo lo malo se pega, hasta el mal uso de las palabras. Todos los cursos, los profesores adolecemos (que significa “sufrir” y no “carecer”) de los presuntos imprevistos de los que hablo. Y dirán que es poca cosa, pero sus hijos empezaron 2 de Bachillerato sin conocer las directrices del examen de selectividad de Lengua (aleluya: acaban de publicarlas mientras tecleo. Creo que me vigilan. Si amanezco muerto, han sido ellos). También, desde la última revisión normativa, se nos exige evaluar por (in)competencias sin proporcionar otra herramienta que un texto ambiguo y un apáñenselas como puedan. Llamen ustedes si quieren a los que organizan el tema. A pesar del tiempo que ha pasado desde que se plantearon estos cambios, se encogerán de hombros y dirán, con una sonrisa sardónica, que ha surgido un imprevisto. “Imprevisión”, corríjanles, por favor. (Y aplíquenlo, al cuadrado, a la política).